Primero, déjame decirte que cuando te conocí creí que eras el hombre más increíble del mundo. Me cautivó tu forma de ser y de mirarme, me encantaba que me buscaras y me dijeras que me querías, que insistieras tanto en que te diera una oportunidad.
En aquel momento te convertiste en lo más importante para mí; yo solo pensaba en hacerte feliz y tú me hiciste creer que de verdad me amabas, con tu sonrisa, con tus detalles y con esas palabras llenas de ternura; cuando al despertar encontraba tus mensajes para desearme un bonito día e intentabas contarme todo lo que te ocurría, para que te diera mi opinión.
Si no tienes la intención de quedarte a su lado, es una crueldad hacerle creer a una persona que la quieres. Muchas veces te pregunté si en verdad estabas dispuesto a quedarte conmigo para siempre y te advertí que si solo era un juego, lo mejor era que nos separáramos, pero tú me aseguraste que me amabas y que habías encontrado en mí todo eso que siempre habías buscado.
Dijiste que estabas harto de los juegos y de las personas inmaduras, que ahora te tocaba ser feliz al lado de una mujer que te comprendiera y te diera de verdad su corazón. No pude ver que ese era tu juego, que lo habías hecho muchas veces antes y que yo solo era un pasatiempo.
A pesar de las advertencias, te defendí contra viento y marea, creí que te quedarías y que juntos nos podríamos enfrentar contra lo que se presentara. Pero tú tenías otros planes y un día, sin decir adiós, te fuiste.
Tu actitud debió de haberme dado alguna pista porque ya no eras el mismo, te encontrabas ausente y dejaste de lado los detalles que me habían enamorado. Te volviste frío y tenías un halo de amargura.
Al principio creí que moriría sin ti, había un dolor en el pecho que no me permitía respirar, no tenía ganas de salir de casa y no soportaba que la gente me dijera que me lo habían advertido; a pesar de todo, creo que me amaste aunque sea por un tiempo.
Al pasar los días descubrí que yo era lo más importante en mi vida, que si quiero ser feliz no debo depender de nadie más y que las ilusiones, a pesar de ser bellas, no son la realidad. Ahora sé que debo dejarle todo a la vida y que algún día pagarás todo lo que has hecho.
Agradezco que te hayas alejado de mí, y aunque no supe entenderlo cuando ocurrió, hoy sé que fue lo mejor que me haya pasado, porque lo mejor está por venir y pronto encontraré a alguien más, aunque ahora más madura, más serena, más yo.