Una de las cosas más difíciles en la vida es perdonar a las personas que nos causaron daño, aquellas en quienes confiamos y terminaron convirtiéndose en uno de los recuerdos más dolorosos de nuestra existencia.
Cuando una relación termina, principalmente porque uno de los involucrados lastimó a su pareja, cuesta bastante trabajo superar la decepción y salir adelante, pero tarde o tempran el perdón llega para liberar y dejar atrás las emociones negativas.
Te perdono, pero no te quiero de vuelta…
Hoy después de mucho tiempo, de tantas lágrimas derramadas, de meses que parecieron eternos por el dolor intenso… te perdono. Pero no te confundas, perdonar es el paso que necesita un corazón roto para seguir avanzando, para dejar el pasado atrás y no volver jamás. Perdonar es liberar el alma de una carga pesada, es reconocer que las decepciones duelen y desgarran, pero no matan.
Cuando te conocí creí que había encontrado al amor de mi vida, me vendiste la imagen de la persona perfecta: cálida, amorosa, romántica y llena de cualidades. Pasábamos momentos increíbles cuando parecía que estabas enamorado: en el cine, el café o caminando tomados de la mano.
Nunca imaginé que después de un tiempo esa máscara caería, que te convertirías en el verdugo de mis sentimientos y me harías experimentar el sufrimiento más intenso, hasta al punto de llegar a la agonía.
Rumores siempre hubo de que no eras lo que aparentabas, que había maldad en tu corazón y muchas conquistas a tu lado. Aún cuando te recuerdo, me quedo pensando un largo rato en todas las señales que había, pero que nunca quise ver porque realmente te quería a mi lado.
Seguía corriendo el tiempo y todo fue empeorando: la frialdad de tu corazón, tus palabras hirientes, tu arrogancia… En fin, tu lado oscuro ya no se pudo esconder. De ser lo mejor que me había pasado, te transformaste en mi peor error.
Un día todo terminó, pero no sabes y jamás podrás comprender lo difícil que fue: experimenté un dolor que se siente hasta en los huesos, dejé muchas cosas por quedarme ahí, pensando en lo que pudo haber sido. Me culpé miles de veces por nunca ser suficiente, por creer que entenderías y todo sería diferente; por dejar de lado mis planes y amistades con tal de a mi lado tenerte, por advertirte que me iría y fracasar al día siguiente.
Lloré noches enteras preguntándome qué hice mal para merecer tus engaños, por qué no fui capaz de mantenerte a mi lado, pero afortunadamente lo malo no dura para siempre.
Después de mucho analizar las cosas comprendí que por mucho que lo intentes, nunca serás suficiente para la persona equivocada; que las heridas ayudan a saber que algo fue real, y, que siempre es mejor tener una cicatriz por valiente, que la piel intacta por cobarde.
Si tuviera una máquina del tiempo y pudiera regresar al pasado para no conocerte, créeme que jamás cambiaría lo que pasó: tu decepción me hizo recordar mi fortaleza y mi capacidad de salir adelante; me hizo entender que no debo quedarme en el piso por más dura que sea la caída; que es cierto lo que muchos dicen: después de la tormenta, siempre vuelve la calma.
Tú, dondequiera que estés, si algún día te das cuenta de lo que hiciste y quieres volver a recuperar lo que perdiste, mejor piénsalo dos veces y recuerda bien estas palabras:
Te perdono, pero eso no significa que te quiero de vuelta.