Ayer me tomé un tiempo para borrarte de mi vida y sin querer volví a leer tus mensajes, esos que me escribías en todo momento y en donde me jurabas amor eterno; de pronto mi corazón se estremeció con tu recuerdo. Sin darme cuenta, comencé a recordar cada instante que vivimos juntos e inevitablemente sonreí. No estaba siendo objetiva, pues dejaba de lado los malos momentos por los que pasamos y omitía los motivos que llenaron de tristeza mi corazón y por lo que terminamos nuestra relación.
Tengo que admitir que a veces he querido que vuelvas, pero algo me hace recapacitar y lo olvido. Entonces hablo conmigo y me digo: “¡No! En realidad ya no quiero que venga a hablarme de amor, no quiero que venga con sus promesas e intentos fallidos de cambio, él ni siquiera conoce el amor, pero tal vez haga hasta lo imposible por convencerme como siempre lo ha hecho, dándome la razón y mostrándose cariñoso”. Pero todo es una mentira, eso no dura mucho tiempo, y ambos debemos saber que nuestro tiempo ha terminado, que no lo supimos valorar y que ni siquiera sabemos amar.
Tampoco quiero que te equivoques si un día nos encontramos de frente y te saludo o sonrío ligeramente y no te trato mal; ten en mente que si me comporto así es porque ya eres parte de mi pasado, aunque debo admitir que existió un tiempo en el que no podría ni imaginar haber tenido una conversación contigo, porque el llanto me ganaba. Pero todo cambió gracias a la frialdad de tu distancia y tu abandono total, que me dieron la fuerza necesaria para no volver atrás y aceptar que todo había llegado a su final, que quede claro que si me comporto amable contigo es por amor propio y nada más.
Pareciera que estoy loca por hablar conmigo misma, lo sé, pero para tener la capacidad de afrontar las cosas necesito conversar con mi alma, esa que me pide prudencia cuando se trata de ti, que me pide no malinterpretar las cosas y que no te guarde rencor, porque hacerlo es como tomar veneno esperando que el otro se muera y al final solo se muere mi corazón. Sin embargo, debes saber que esta calma que guardo y el perdón que has alcanzado no me hacen olvidar las situaciones que me marcaron, pues el corazón jamás sufrirá de amnesia, él recuerda perfectamente las razones por las cuales nos separamos y aunque no puedo dejarte toda la responsabilidad, sé que tuviste más culpa que yo.
Hoy me he dado cuenta que ya no volvería a caer de nuevo en tus palabras, que no llegarás a convertirte en ese amor que tanto añoré. Sigue adelante en tu camino y si nos cruzamos de frente podemos intercambiar un hola y un adiós, pero más de eso no. Ahora voy a mirar de frente y esperaré a alguien más con quién comenzar.