Hoy en día las opiniones en la sociedad sobre la paternidad están completamente divididas. Entre matrimonios jóvenes cuya idea de ser padres se la saltan por completo para realizar otro tipo de metas en pareja como viajar y concretar un patrimonio; y aquellas parejas que simplemente deciden ser los tíos favoritos en la familia, con la idea de que la paternidad sencillamente no es para ellos.
Pero lo más interesante de esto es que tanto matrimonios sin hijos o madres y padres solteros, tienen todo el derecho de mirar a la paternidad desde la perspectiva que mejor se les acomode. Hombres y mujeres aceptan la paternidad como una evolución en su vida, mas no como un destino y obligación.
Aquí te dejamos la carta de una madre que expresa la verdad sobre el hijo que no planeó, pero que fue la mejor decisión de su vida.
No fuiste mi plan, pero sí la mejor sorpresa de mi vida
Muchas personas tienen la idea de que la decisión de ser padre debe basarse en todo lo que podemos brindarle a los hijos y se tiene la creencia de que debe ser únicamente concebido y criado en las mejores condiciones posibles; entre un matrimonio feliz y estable. Con padres de profesionistas con trabajos seguros y patrimonios como una casa y un coche. Tenemos la idea de que la estabilidad psicológica y monetaria entre dos personas que se aman es el único ambiente correcto de traer hijos al mundo. Aquellos matrimonios felices y con todo lo que se necesita para que nunca le falte nada al bebé son los que deben calificarse como “buenos padres”. El resto de nosotros, los mortales que reproducimos hijos cual conejos, nos dignamos a simplemente ser padres y ya.
Sin embargo, y a pesar de que en mi caso la maternidad no fue así de perfecta e ideal, tener a mi hijo entre mis brazos fue de las mejores decisiones en mi vida. A los 28 años yo, con todo gusto y ventaja, podría haber dedicado más de una publicación en contra de aquellas madres solteras “luchadoras”, habiendo calificado como irresponsables a aquellos que tienen hijos sin planear.
Diría que es mucho más sencillo y barato usar anticonceptivos que traer hijos al mundo. A esa edad pude haber sido parte de aquel grupo que se sentía superior a los demás adultos que tienen hijos sin planificar. Sin embargo, qué irónico que existan personas que se rehusan a tener hijos, y cuando menos se dan cuenta ya tienen un bebé entre sus brazos y le llaman “mi bendición”.
En mi caso, tener un hijo sólo me hizo recordar lo estúpida que fui al prejuzgar tanto la maternidad. Pero la verdad es que todos podemos ser unos tontos al hablar sin pensar; pero ser el mejor padre del mundo es una tarea que cuesta trabajo. Tener a tu hijo frente a ti y no pensar que él es el motor que hace que tu mundo gire, es casi imposible.
Por eso es que uno les tiene tanto miedo a los hijos; porque en el minuto en el que los conoces ya robaron gran parte de tu existencia. Admito que para las mujeres que sí planearon a sus hijos debió ser lindo saber que esperaban un hijo. Pero para mí, que pertenezco al grupo de las mujeres juzgada como irresponsables por no planear a su bebé, debo decir que no fue fácil la noticia. Sobre todo a mitad de una carrera, que quizá ya quedó trunca, en medio de una crisis económica en el país y sin recursos ni vivienda favorable para recibir a un hijo, decidí tenerlo y superar las adversas circunstancias.
Y aunque no todo fue hermoso al principio, después de escuchar el latido de mi pequeño hijo, olvidé, cual pastilla de la felicidad, todas mis carencias psicológicas, económicas, y emocionales. Todo pasó a segundo plano cuando conocí a mi “pequeño yo”, y admito que me convertí en algo que no sabía que mi cuerpo y alma podían soportar.
Aprendí de todo: enfermera, cocinera, maestra, cómplice de juego ¡y hasta artista!; cuando con lo poco que tenía decoraba las paredes de la habitación de me bebé, esperando hacer un lugar hermoso y acogedor para él. Quería que supiera que conmigo nada le iba a faltar, que pesar de no ser planeado, conmigo SIEMPRE podría contar.
Así que no, mi hijo no fue planeado. Pero creo que si hubiera tenido la oportunidad de planear mi vida en aquellos años otra vez, seguramente volvería a elegir tener a mi hijo.
La vida sucede todo el tiempo, y no era justo que me echara para atrás e interrumpiera mi embarazo. Eso jamás fue opción, así que en pocas palabras sí hice un plan; y mi plan fue aceptar lo que la vida me mandara sin reproches ni tristezas. Sin lamentarme por no haber sido la novia de blanco o la esposa. Hoy en día, rara vez pienso en lo que quisiera tener, pues afortunadamente paso demasiado tiempo pensando en todo lo que sí tengo y amo con locura. Todo por lo que lucharé y jamás me permitiré perder: a ti mi hijo, que seguramente moriría de risa al saber “mis planes” antes de que llegara él.