Cuando estaba embarazada de mi primer hijo, pasé un millón de noches sin dormir. Tomé mi embarazo de la misma manera en la que yo había tomado mis materias en la universidad: leyendo y estudiando sobre el embarazo y asistiendo a clases de preparación para el parto. Sin duda, tenia la intención de obtener un 10 en maternidad.
Luego nació mi bebé y, al igual que todas las mujeres después del parto, me encontré con puntos de sutura en lugares que no sabía que tenía; mis pechos crecieron a un ritmo exponencial y alarmante; mis hormonas se derramaron en torno a mí y lo único que podía pensar era: “¡Nadie me habló de esto! ¡No había ningún capítulo sobre esto en los libros que leí!”
“¿Por qué nadie me lo dijo?” La respuesta es simple: porque yo no quería escucharlo. La verdad es que cuando estás embarazada, sólo quieres hablar sobre eso: el embarazo, ropita, pañales inteligentes y accesorios para el bebé. Nadie te dice que el nacimiento es sólo, literalmente, el principio.
He aquí diez cosas que me gustaría que alguien me hubiera dicho y que desearía haber escuchado.
1. La primera vez que veas o sostengas a tu bebé, es posible que no escuches el coro de los ángeles en la distancia
Es posible que todavía esté el médico a medio camino de suturar tu cuerpo, o que una enfermera te esté ayudando. Estarás en medio de mucho dolor y te sentirás más cansada de lo que nunca has estado en tu vida. Está bien si no escuchas el coro de los ángeles. Ya habrá tiempo para tener todos esos momentos mágicos con tu bebé.
2. Después del parto, tu primer viaje al baño será otro momento difícil
No tengas vergüenza de dejar que alguien te ayude: no te arriesgues a perder el conocimiento sin alguien junto a ti. Prepárate, que esto es sólo el comienzo de la pérdida de tu dignidad como madre. Después de todo, tienes muchos años por delante en los que serás capaz de visitar el baño tú sola, pero ahora estaría bien que alguien te conforte cuando te mires tras el parto por primera vez, o la cicatriz de la cesárea a duras penas te permita moverte.
3. La lactancia no es tan simple como te la platicaron
Se necesita un poco de tiempo para que te acostumbres a alimentar a tu bebé y encontrar lo que funciona mejor para ti y tu recién nacido (que probablemente esté llorando histéricamente). Dar el pecho duele al principio. A veces mucho. Los pezones pueden agrietarse y sangrar. La leche se derrama si el bebé no come a su hora, y los protectores tampoco son cómodos.
Después de las primeras dos semanas todo se vuelve más cómodo y manejable, pero si la lactancia materna no es para ti o si simplemente no funciona, al final, la forma en la que alimentas a tu bebé es insignificante en comparación con la forma en la que amas a tu bebé.
4. El cuarto día después del parto, lo más probable es que llores. Muchísimo.
Esto es por lo general debido a tus hormonas, pero sentirás una tristeza enorme; estarás segura que tu vida ha terminado, que tu pareja es un imbécil y que tú no puedes hacer nada bien. Vas a llorar sólo por que sí. Está permitido, pero si continuas llorando y sintiéndote mal, busca ayuda pronto: la depresión post-parto afecta a muchísimas madres.
5. Es posible que no te pongas ropa ‘real’ durante semanas
Usa pijamas: limpias, frescas y bonitas, pero quédate en pijama a menos que quieras cocinar, limpiar y recibir visitas. Toma tiempo volver a ser un miembro activo de la sociedad mientras se cuida de otra vida humana, al menos por las primeras dos semanas.
6. Los bebés no siempre duermen
Esto no es el resultado de algo que hiciste porque ya eres un fracaso como madre. Los bebés, con el tiempo, duermen. Te lo prometo. Aunque no antes de los tres meses, una cinco o seis horas seguidas. Así que no te compares si otros padres te dicen que sus bebés están durmiendo: los bebés son tan diferentes como los adultos. Pero las desveladas con el tuyo son temporales: estarás exhausta y te desesperarás, sin embargo, recuerda en todo momento que tu bebé va dormir tarde o temprano.
7. No dejes que nadie te haga pensar que no conoces a tu propio bebé y no dejes que nadie te haga pensar que estás haciendo un mal trabajo
No hay una manera correcta para ser un buen padre y hay muchas maneras de serlo también. Recuerda: Tú no tienes que hacer lo que hizo tu mamá, tu suegra o la abuela. Escucha tu instinto y NO TE COMPARES con ninguna otra mamá conocida tuya a la que creas que le está yendo mejor que a ti.
8. Apóyate en otras madres
Estar en contacto con otras mujeres que acaban de tener un bebé es crucial, incluso si vuelves al trabajo después de tu baja de maternidad. Tener un recién nacido es como ir a la universidad por primera vez, es necesario encontrar otros estudiantes novatos para que puedan estar todos juntos y apoyarse.
9. No seas una mártir
Pide ayuda a alguien para que sostenga al bebé mientras te duchas y tomas una siesta. No es fácil ajustarse a ser mamá. Un día eres una persona que se cuida a sí misma y al día siguiente no puedes abrochar el botón de tu camisa correctamente. No tengas miedo de decir: “es difícil” o “esto no es lo que me imaginaba”. Y no significa que no estás 110% agradecida por la bendición de ese pequeño o que no estas completamente enamorada de tu bebé.
10. Toma muchas fotos, porque no vas a recordar mucho de esto más adelante
El primer año de la primera vez que eres madre es algo que jamás podrás experimentar de nuevo, no importa el número de hijos que tengas. Cada día es un milagro. Cada día es un viaje. Cada día puede parecer que dura 100 horas y tu pequeño o tu pequeña crecerán durante cada una de ellas.
Cuando sientas que todo se nubla, recuerda que hay luces al final del camino. Que te irás dando cuenta de lo “que nadie te ha dicho” porque la mayoría de las cosas las tienes que experimentar por ti misma. No hay libros o clases que te digan lo que realmente puedes esperar cuando estás esperando.