La copa menstrual es un método que poco a poco se populariza en el manejo de la menstruación y está siendo utilizada por mujeres de todo el mundo, y a pesar de la polémica desatada por su uso en algunos países, su eficacia y seguridad han sido comprobadas a través de diversos estudios.
Recientemente la revista The Lancet publicó los resultados de una investigación realizada por especialistas de salud en Reino Unido, en la cual concluyeron que se trata de un método seguro para las niñas y mujeres durante su periodo menstrual, además de representar una opción ecológica. Según los resultados, el 70 por ciento de las encuestadas prefieren este sistema frente a otros como tampones o toallas sanitarias.
Luego de una revisión de 43 estudios previos, con un total de tres mil 319 mujeres participantes, la interpretación de los especialistas se orientó a que la copa menstrual se utiliza hoy en día internacionalmente con resultados seguros y eficaces.
Aunque es un método que requiere una fase de familiarización, su uso no mostró efectos adversos en la flora vaginal y la presencia de reportes de alergias o erupciones cutáneas, así como del síndrome de shock tóxico.
La copa es una barrera que, a diferencia de los tampones, no absorbe el flujo menstrual sino que lo contiene hasta que es retirada de la vagina y vaciado su contenido. Destaca que existen versiones elaboradas con materiales biodegradables y reciclables en la opción desechable.
Los expertos identificaron 199 marcas de copa menstrual de diferentes calidades, mismas que están fabricadas en materiales como silicona de grado médico, látex o TPE, entre otros. Con respecto a las fugas, se observó que estas fueron mínimas y provocadas por aspectos como colocación incorrecta, anatomía inusual del útero, menorragia, llenado máximo y necesidad de un tamaño mayor de la copa.
En lo referente a seguridad, la copa no se asoció con anomalías en la vagina o el cuello uterino, no se encontraron riesgos de infección, solo un caso de dolor severo en la extracción fue informado y dos participantes reportaron irritación sin consecuencias clínicas.
Entre sus beneficios se pueden contar su durabilidad -que podría alcanzar hasta los 15 años-; la economía, pues aunque la inversión inicial pueda ser alta, se usa por mucho más tiempo que un tampón o una compresa; higiene, debido a que el flujo menstrual no llega al exterior sino hasta que se retira y, además, no afecta la flora vaginal al estar elaborada con material hipoalergénico.
Pero, como todos los demás métodos, también tiene contras: se requiere intimidad para vaciarla y lavarla antes de volver a ponerla; podría resultar complicado introducirla si no existe un conocimiento pleno del cuerpo y al quitarla, si no se hace correctamente, puede generar molestia por el vacío que se genera.