Después de una desilusión amorosa es normal pensar que jamás encontraremos a nuestra media naranja y estamos condenadas a vivir el resto de nuestros días en soledad. Bueno, no en soledad realmente, sino rodeada de al menos 15 gatos.
En nuestro afán por encontrar a esa persona especial antes de que “se nos pase el tren”, solemos conformarnos con quienes no llenan nuestras expectativas (¿cuántas de nosotras nos podemos sentir identificadas con esto?). La sociedad nos ha enseñado que si a los 25 no tenemos casa, trabajo y familia, hemos fracasado, pero es imposible tener la vida resuelta a dicha edad, así que ¡quítate esa idea de la cabeza!
Si apenas estás en tus veinte y te sientes presionada porque no sabes con quién pasarás el resto de tu vida, tranquila. Según la matemática Hannah Fry, encontrarás el amor verdadero entre los 27 y los 35 años.
La teoría de la parada óptima
En toda acción existe un punto ideal para maximizar los resultados o minimizar los daños, en el que debemos detenernos antes de pasar a la siguiente etapa. A esto se le conoce como la teoría de la parada óptima, y es la mezcla entre ser pacientes y estar alertas.
Seguramente estás pensando: “¿y cómo se aplica esto a mis relaciones?”. Bueno, para Fry es obvio que las emociones humanas no están tan ordenadas ni son tan racionales ni predecibles, aun así el amor y la vida están llenos de patrones que se pueden estudiar. Por lo que es posible predecir a qué edad encontrarás el verdadero amor.
Es obvio que no es recomendable casarte con la primera persona con la que salgas o que muestre un poco de interés en ti porque no tienes un margen de comparación para saber qué tan buenos o malos serán tus días con él o ella.
Imaginemos que uno empieza a salir con personas a los 15 años y que nos queremos casar a los 35. Hay muchas parejas potenciales en ese tiempo. La regla, obviamente, es que una vez que te casas no puedes seguir buscando para ver ‘de qué te perdiste’. Las matemáticas dicen que lo que debes hacer con el primer 37 por ciento de tus citas es rechazarlas a todas como prospectos serios para el matrimonio. Y luego se debe elegir a la siguiente persona que llegue y sea mejor que las anteriores que rechazaste.
Según las matemáticas, esto sería entre los 27 y 35 años. Para Fry, es la mejor manera de maximizar tus posibilidades de encontrar a la pareja perfecta y es tan eficiente que, incluso, algunas especies de animales utilizan este método para aparearse con el mejor candidato.