Aunque en la mayor parte del mundo los elefantes son protegidos, por desgracia la caza de estos animales en algunos países de África continúa siendo uno de los “deportes” más excitantes y emocionantes para ciertas personas, e incluso existen safaris en los que los guías cobran cantidades exageradas para que los cazadores tengan la “emoción” de llevarse a casa la cabeza del animal como trofeo.
Pero ¿qué pasaría si los cazadores fueran cazados? Bueno, pues las akshinga se encargan de eso. Este grupo, cuyo nombre significa “las valientes”, es el primer escuadrón femenino dedicado a combatir la cacería ilegal, especialmente la de los elefantes.
Las akshinga protegen a los elefantes
Portando un uniforme de camuflaje y rifles, este grupo de mujeres protege la vida de una de las poblaciones más grandes de elefantes en Zimbabue. Constantemente buscan trampas con alambres en las que puedan caer los animales o cualquier indicio de caza ilegal.
No solo evitan la caza: hacen que las mujeres se vuelvan fuertes
Además de evitar la caza furtiva, estas valientes mujeres tienen el objetivo de hacer que otras como ellas se sientan fuertes y capaces de luchar por cualquier causa justa. Su modelo de conservación de fauna ha demostrado que no es un trabajo que solo hombres puedan realizar.
Hasta el momento, las akshinga reúnen a 498 personas, sin embargo, esperan que para el 2030 hayan sido reclutadas dos mil mujeres más que puedan ayudarlas a proteger a los más de 12 millones de hectáreas de naturaleza y biodiversidad que existen en África.
Hay otro grupo de mujeres que lucha por la vida de los animales
Se estima que en Sudáfrica muere un rinoceronte aproximadamente cada siete horas a manos de cazadores que buscan extirpar los cuernos para venderlos en el mercado negro. Pero por suerte estos animales tienen un grupo de aliadas llamadas Black Mambas, un grupo femenino más que combate la cacería ilegal de especies que se encuentren en la reserva natural de Balule, en Sudáfrica.
Las 26 mujeres que conforman el escuadrón recibieron un entrenamiento intensivo en rastreo y combate aunque, a diferencia de las akshinga, ellas no están armadas. Además, las mambas tienen un programa de educación para las comunidades en el que explican temas sobre la conservación y el cuidado de las especies.