“Un pequeño paso para el hombre, un gran salto para la humanidad”. El hombre pisó la Luna por primera vez en 1969 y ese momento histórico nos dio una de las frases que más nos han inspirado para conocer el mundo que nos rodea. Después de todo, solo somos una minúscula parte en este infinito universo.
Cuando Katie Bouman comenzó a trabajar en el proyecto para capturar la primera imagen de un agujero negro, no sabía nada sobre este fenómeno, pero estaba segura de que su conocimiento computacional la ayudaría a mostrar lo que jamás pensamos que podríamos ver.
Hicieron falta ocho telescopios para reconstruir la imagen
Katie tiene 29 años y estudió un doctorado en Ingeniería Eléctrica y Ciencias de la Computación en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés). Durante tres años trabajó arduamente junto con más de 200 científicos del Laboratorio de Ciencias de la Computación e Inteligencia Artificial del MIT, del Centro de Astrofísica de Harvard-Smithsonian y del Observatorio Haystack.
Su conocimiento fue fundamental para desarrollar el algoritmo que permitió tomar la primera fotografía de un agujero negro con ayuda del proyecto Telescopio del Horizonte de Sucesos, una red que conecta ocho telescopios distribuidos alrededor del mundo.
Un ojo en medio del universo
La impresionante imagen muestra un halo de luz y polvo que se asemeja a un ojo enrojecido y que se encuentra a 53.3 millones de años luz de la Tierra y mide 40 mil millones de kilómetros de diámetro, es decir, ¡tres millones de veces el tamaño de nuestro planeta!
Estoy tan emocionada de compartir al fin aquello en lo que hemos estado trabajando. Esto no lo hizo un algoritmo o una sola persona. Para lograr lo que parecía imposible se requirió el asombroso talento de un equipo de científicos de todo el mundo y años de arduo trabajo. Ha sido un honor y soy muy afortunada de tener la oportunidad de trabajar con todos ustedes.