Acostumbramos a escuchar muchas promesas que se quedan en eso, en promesas. Pero cuando llevas años viviendo en un ambiente de sufrimiento, maltrato y desigualdad, las promesas no son suficientes y tienes que hacer todo lo que esté en tus manos para cambiar la situación.
Por eso, cinco millones de mujeres en Kerala, al sur de India, se unieron hombro con hombro para formar una cadena humana y exigir un verdadero cambio en las leyes para que se aplique la igualdad de género que tanto les han prometido.
En la unión está la fuerza, por eso, cinco millones de mujeres crearon una cadena humana de 620 km de largo para exigir igualdad en una cultura que excluye y denigra constantemente a las mujeres.
El muro empezó en Kasaragod y llegó hasta Thiruvananthapuram, con el objetivo de anular los actos de violencia contra las mujeres que intentan ingresar al templo de Sabarimala, uno de los lugares más sagrados de la India.
Según los hindúes tradicionalistas, las mujeres de entre 10 y 50 años no pueden entrar debido a que atraviesan por la etapa de la menstruación y, por tanto, “son impuras”. Sin embargo, en septiembre pasado el Tribunal Supremo de la India levantó la prohibición para las mujeres dándoles su total respaldo.
Las mujeres también quisieron generar un impacto que fuera mucho más allá del problema que están viviendo: tratan de recordar por qué la India es considerado el país más peligroso para ser mujer: son violadas, sufren tráfico sexual y servidumbre forzada; además, son sometidas a prácticas “culturales” como los ataques con ácido, mutilación genital, matrimonio infantil, entre otros.
Tras la cadena humana, se organizaron más de 100 reuniones públicas en Kerala con la asistencia de líderes políticos y espirituales, culturales, artistas, escritores, entre otros.
En solidaridad, hombres de ese territorio formaron una cadena humana paralela al muro de las mujeres; aunque el número era mucho menor, ellos decidieron protegerlas, insistiendo en que es un asunto de derechos civiles.