Dicen que el amor más bello y más profundo solo puede destruirlo la persona que lo inspiró. Todos los días me pregunto si serás feliz con ella, si te ha sabido dar todo lo que yo no pude o no supe; si puede leer en tus ojos esas frases ocultas, si ha podido quererte y valorarte como yo hubiera querido y no va a ser. No puedo negar que me dolió profundamente darme cuenta que no seré quién te saque una sonrisa, la que te llene de ilusión, la que te haga fuerte cuando te sientas débil, a la que le dediques canciones, a quién tomes de la mano y la lleves orgulloso por las calles.
Entiendo que tuvimos nuestro tiempo y quizás debí aprovecharlo mejor, quizá debí decirte cuando pude cuánto te admiraba y te necesitaba, cuánto anhelaba estar por ti y para ti. Pero ya no importa, porque sé que ahora es imposible, porque escuchas otra voz, ahora anhelas otros brazos, ahora sueñas con alguien más.
Voy a extrañar esas tardes a tu lado cuando me describías cada color del atardecer y esas palabras bonitas que me hacían vibrar; tu susurro que me estremecía cuando me abrazabas por detrás. Siempre recordare la forma en que me hacías sentir especial; como con solo una mirada podías mostrar complicidad y esos gestos que me demostraban tu amor.
Quisiera decir que no extraño más tus besos y caricias y que no importa que el vacío invada mi espacio, que ahora la soledad es mi compañía, borrando despacio cada rastro de ti.
No es fácil decirte adiós, dejarte ir. Todos los días me pregunto por qué no soy capaz de correr a tu lado y decirte cuánto te necesito, de enviar ese mensaje que he escrito y borrado cientos de veces. Sin embargo, cuando te veo con ella, entiendo que tu felicidad está por encima de mis deseos, que es este el momento de despedirme, de no dar vuelta atrás.
Debo entender que necesito una nueva ilusión, comenzar a amarme a mi misma, de ser ahora yo quien me levante del piso y emprender el camino hacia un nuevo rumbo.
Ha llegado el momento de entender que lo nuestro no pudo ser; tal vez por falta de ganas, tal vez por falta de tiempo, pero nunca por falta de amor. Te dejo libre para ser feliz, y ahora elijo dedicarme a mi misma. Espero ahora, al mirarme en el espejo, apreciar y valorar a esa mujer indestructible y maravillosa del reflejo; aprender a felicitarme, consentirme y valorarme.
Quizá en otro tiempo tú y yo habremos de encontrarnos, y podremos mirarnos sin odio ni resentimiento, y compartir los recuerdos que creamos juntos y que atesoraré siempre. Es momento de comenzar de nuevo.