Después de meses de disputa entre los propietarios de los balcones del Callejón del Beso, en Guanajuato, México, fotógrafos que laboran en la zona y guías turísticos, el emblemático lugar cerró de nuevo el acceso a turistas.
En mayo de este año, el Callejón del Beso, uno de los sitios más reconocidos y visitados del país azteca, a donde acuden diariamente cientos de turistas nacionales e internacionales para tomarse la clásica fotografía junto a su amado en el Balcón de Ana frente al de Don Carlos, cerró sus puertas al público por primera vez en 27 años.
Tras el cierre, personal de la Presidencia Municipal dialogó con las partes involucradas, lo que permitió que el Callejón del Beso reabriera sus puertas.
Sin embargo, el desacuerdo estaba lejos terminar, ya que, nuevamente, el pasado 5 de octubre, el sitio cerró el acceso al público, pero esta vez fue por mandato de las autoridades municipales, quienes clausuraron el lugar luego de que los inconformes protagonizaron una acalorada discusión que terminó en los golpes.
La Dirección de Imagen Urbana y Gestión del Centro Histórico colocó una estructura de madera con el sello de suspensión de obra como “medida de seguridad”, dejando una puerta de acceso para las personas que habitan en el callejón.
Mientras tanto, durante un recorrido por la zona, el alcalde de Guanajuato, Alejandro Navarro, declaró a la prensa local que el Departamento Jurídico del gobierno municipal evalúa la posibilidad de expropiar uno o ambos inmuebles que fueron el origen de la “leyenda de Ana y Carlos”.
Finalmente, el mandatario confirmó las alteraciones a la esencia del histórico espacio que violentan la normatividad local y disposiciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Desarrollo Urbano municipal realiza una revisión porque hay quienes colocaron un toldo, techumbres y levantaron pretiles y otros elementos que la normatividad municipal y del INAH no permiten.
Turistas que acudieron al lugar y no sabían sobre la clausura se tomaron fotografías para no desaprovechar el viaje, dándose el emblemático beso delante de la mampara de madera que impide el acceso a los balcones.