Considerado como el accidente de una planta de energía nuclear más desastroso de la historia, tanto en términos de víctimas como de costos económicos, el llamado desastre de Chernóbil, ocurrido el 26 de abril de 1986, se ha convertido, a raíz de la aparición de la serie Chernobyl del sistema de televisión HBO, en una atracción para influencers de las redes sociales.
Sin la protección necesaria para visitar las diversas áreas del perímetro afectado por la radiación de la explosión del reactor nuclear RBMK, los jóvenes turistas posan ya sea al lado de la planta de Prípiat, ubicada al norte de Ucrania, que en aquel entonces era parte de la Unión Soviética (URSS); junto a animales de la zona o incluso algunos pobladores que en su momento no tuvieron adónde ir y permanecieron en el lugar a pesar de todo.
Debido a que seguramente la mayoría de estos aventureros usuarios de redes ni siquiera vivía cuando sucedió el fatal accidente que ha costado -aún- miles de vidas, hoy en día la discusión en la red está centrada en si su estrategia de visitar y exhibirse en distintos lugares de Chernóbil sea una falta de respeto para quienes padecieron -o siguen padeciendo- las consecuencias del desastre.
Fukushima, en Japón en 2011, y Chernóbil están considerados como los dos únicos accidentes de energía nuclear con clasificación “accidente grave de nivel”, de acuerdo con la Escala Internacional de Eventos Nucleares, y a pesar de que el número total de víctimas sigue siendo un tema no determinado, la Organización de las Naciones Unidas estima que la radiación acabó con la vida de cuatro mil personas; mientras que Greenpeace reporta hasta 200 mil casos.
Por estos números, graves si son unos u otros, la discusión por el nuevo auge de Chernóbil, provocado por la serie de cinco capítulos que trata la explosión del reactor 4 de la planta ubicada en Prípiat, ha resultado tan controvertida.
Y aunque hoy en día se puede visitar Chernóbil y sus alrededores a través de visitas programas y guiadas por agencias especializadas, los dos mil 600 kilómetros evacuados por el accidente nuclear, así como las personas y animales que aún viven ahí, continúan sufriendo consecuencias de la radiación.
En la zona de exclusión los turistas deben incluso usar mascarillas o trajes especiales antirradiación, además de portar medidores de radiación. Al final del recorrido, los visitantes pasan por un escáner a fin de asegurarse de no haber sido contaminados, reglas que -aparentemente- a juzgar por las fotografías que los influencers comparten en sus cuentas, han sido omitidas al ignorarse la gravedad del evento y sus consecuencias.