Cada 8 de marzo, las redes sociales se dividen en dos bandos: quienes felicitan con ternura y devoción a la criatura celestial, dueña de todos los corazones, regalo de la vida, el ser abnegado e incondicional por excelencia; y los que recuerdan que más que un festejo, es la conmemoración del esfuerzo por lograr la igualdad de derechos para las mujeres.
La lucha por los derechos laborales se inició por un grupo de trabajadoras textiles en la fábrica Cotton de Nueva York, cuando el 8 de marzo de 1857 se organizaron para declararse en huelga y realizar una marcha en protesta por el bajo salario que percibían, que en ese momento era menos de la mitad del que recibían los hombres en las mismas condiciones; además de la reducción de la jornada laboral a 10 horas por día y mejoras en la higiene de su lugar de trabajo.
A ese primer episodio en la lucha de los derechos de igualdad le seguirían varios sucesos, pero el más significativo tuvo lugar el 25 de marzo de 1911, día en el que cambiaría la historia por uno de los mayores desastres industriales y un hecho terrible que marcaría un precedente para el mundo entero.
146 mujeres trabajadoras de la fábrica de camisetas Triangle Shirtwaist, jóvenes inmigrantes que en su mayoría no pasaban de los 20 años de edad, murieron en un incendio porque los dueños de la fábrica sellaron las salidas cerrando las puertas para evitar robos, hecho que evidenció la falta de condiciones de seguridad y reveló las precarias condiciones laborales y la desigualdad a la que eran sometidas por empleadores sin escrúpulos.
Este lamentable suceso fue el punto de partida para los cambios en la legislación laboral, y sindicatos como Women’s Trade Union y el International Ladies Garment Workers Union organizaron protestas contra la tragedia, y a ello siguieron grandes movilizaciones.
Fue hasta 1977 que la Asamblea General de la ONU proclamó el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer y la Paz Internacional, día de conmemoración de una lucha que continúa.