Muchas desconocen la historia de Theresa Kachindamoto, pero desde hace 3 años la líder del Distrito de Dedza, en Malawi, ha usado su autoridad para terminar con cientos de matrimonios infantiles, dar acceso a los niños la educación y mejorar la vida de miles de personas.
Datos de las Naciones Unidas mencionan que la mitad de las niñas malauíes menores a los 18 años de edad están casadas. El país ocupa el puesto número 8 entre los 20 del listado con el porcentaje más alto de matrimonios infantiles.
Sin embargo, las cosas han cambiado y Kachindamoto logró anular 850 matrimonios infantiles; pese a ello y que a partir del 2015 estas uniones son ilegales en Malawi, se siguen llevando a cabo, pues las niñas se casan bajo la Customary Law, es decir, bajo el consentimiento de sus padres y con el apoyo de algún líder tribal.
Por suerte, ella no es una líder más; es una figura conocida y respetada al romper con las misoginia de las reglas y enviar a las niñas de nuevo a las escuela para que puedan continuar con su educación y su niñez.
“Si ellas reciben una educación, pueden tener todo lo que quieran”.
Confiesa que nunca quiso ser líder de 900.000 personas que componen su distrito, pero que le ofrecieron el cargo porque “es buena con las personas”. Desde entonces, las medidas que ha adoptado han cambiado las cifras de manera positiva.
Kachindamoto sabe que aún le queda mucho por hacer y que la batalla apenas ha comenzado, pero ahora libra la batalla en la prohibición de prácticas de iniciación sexual en niñas. Se trata de unos campamentos en los que se enseña a las menores, a veces a niñas de tan solo siete años, a complacer a los hombres. En estos campamentos, denunciados por la Comisión de Derechos Humanos de Malawi, se centran en enseñar a las niñas cómo tener sexo, una práctica aberrante que debe ser calificada como delito.