Alan Shepard fue el primer astronauta norteamericano en ir al espacio, y Neil Armstrong el primer hombre en pisar la Luna. Ambas hazañas fueron posibles gracias a la matemática afroestadounidense Katherine Johnson, quien murió el pasado 24 de febrero.
Su aporte como “calculadora humana”, junto a sus colegas Dorothy Vaughan y Mary Jackson, fue crucial para calibrar la trayectoria y velocidad que los cohetes espaciales debían seguir para no incendiarse al entrar en la atmósfera terrestre.
Una pérdida para el Universo
A través de su cuenta de Twitter, la agencia informó sobre la muerte de la científica:
En la NASA estamos profundamente conmovidos por la pérdida de una líder de nuestros días pioneros. Katherine Johnson ayudó a nuestra nación a ampliar las fronteras del espacio y dio grandes pasos para abrir las puertas a las mujeres y personas de color en la búsqueda universal humana para explorar el espacio.
Nunca olvidaremos su coraje, liderazgo y los hitos que no habríamos logrado sin ella. Seguiremos construyendo sobre su legado y trabajaremos arduamente en incrementar las oportunidades para cualquiera que tenga algo que aportar al engrandecimiento del potencial humano.
—Jim Bridenstine, administrador de la NASA
“Una época en que las computadoras llevaban falda”
Su increíble habilidad para resolver mentalmente cualquier ecuación la hizo superar el racismo y el machismo, y le garantizó un lugar en el programa de ingeniería de la NASA que no aceptaba mujeres ni personas de color.
En 1961 calculó los parámetros de vuelo del cohete Mercury Redstone 3 que convirtió a Alan Shepard en el primer estadounidense en ir al espacio; ocho años más tarde su talento fue indispensable para que la tripulación del Apolo 11 alunizara con éxito y Neil Armstrong pisara la Luna por primera vez.
Los únicos instrumentos que Johnson utilizaba para cuantificar trayectorias eran reglas de cálculo, papel cuadriculado, calculadoras de escritorio y su cerebro. Los astronautas confiaban tanto en ella que antes de partir en un vuelo orbital alrededor de la Tierra, John Glenn dijo: “Si ella dice que los cálculos son correctos estoy listo para partir”.
Una científica anónima
A pesar de sus aportes y hazañas, durante casi toda su trayectoria Katherine fue una de las mujeres invisibles de la NASA, hasta que en 2015 el trabajo de toda su vida fue reconocido y el entonces presidente Barack Obama le entregó la Medalla Presidencial de la Libertad, otorgada a los civiles que contribuyen notoriamente a la seguridad o intereses de Estados Unidos.
Además en 2017 su historia, junto a la de sus compañeras Vaughan y Jackson, se plasmó en la película Talentos Ocultos que estuvo nominada a los Premios Óscar y Globos de Oro.