En pleno siglo XXI, muchas mujeres siguen siendo educadas con un ideal de la vida “perfecta”, integrado por matrimonio, dinero e hijos, por lo menos. Se trata de un convencionalismo reforzado por los medios de comunicación, las leyes, la familia y hasta las estructuras de poder, que pretende hacer creer que sin estos elementos las mujeres serían infelices o no encajarían en la sociedad.
Pero ¿cuál es tu propia visión de una vida plena y feliz?
Recientemente se hizo pública una controversia generada a partir de la publicación del libro Happy Ever After: Escaping The Myth of The Perfect Life, de Paul Dolan, profesor de Ciencias del Comportamiento en la Escuela de Ciencias Políticas y Economía de Londres, quien ha sido objeto de ataques y críticas por defender la idea de que las mujeres solteras y sin hijos son el grupo de población más sano y feliz.
Dolan enfrenta la discusión generada por esta idea con el argumento de que la felicidad no es lo que la mayoría piensa que es. Para algunos, afirma, ganar dinero, tener la mejor educación, éxito, casarse y engendrar hijos no es garantía de felicidad; pero más allá, recalca, “no tendríamos por qué juzgar a quienes no hacen lo mismo que nosotros”.
Juzgar con tanta dureza a quienes deciden su felicidad con parámetros “no convencionales” o simplemente con los que la mayoría no están familiarizados, podría ser, como dice el autor, “porque quisieran ser como ellos”.
Los detractores de Dolan argumentan una mala interpretación en los datos utilizados en su libro, provenientes de la encuesta nacional estadounidense sobre el uso del tiempo, a partir de los cuales concluyó: “los casados son más felices que otros grupos de la población, pero solo cuando su pareja está presente en la habitación. Cuando están solos y se les pregunta si son felices, dicen lo contrario”; afirmó que la expresión “esposo ausente”, que hace referencia a alguien que ya no vivía en el hogar, fue confundida con el hecho de alguien “que no se encuentra en la habitación”.
En concreto, el planteamiento de Paul Dolan es liberarnos del mito de la vida perfecta y encontrar nuestro propio modelo de vida ideal para vivir. El autor cuestiona aquí convencionalismos como el del matrimonio perfecto, que los hijos dan la felicidad y la idea de que las mujeres solamente podrían ser plenas con la fórmula esposa y madre completa.
Algunas de las conclusiones de Dolan llevan a reflexionar en lo que la gente puede pensar: “no nos podemos creer que la gente que vive sin pareja puede ser más feliz que la que sí la tiene”, y: “nos cuesta aceptar que haya gente que sea feliz con una manera tan diferente de lo que nos hace felices a la mayoría”.