Ámsterdam, capital de los Países Bajos, ofrece una opción novedosa en materia de turismo: casarse con un residente por un día. Esta idea nació a partir de la necesidad de fomentar el turismo responsable, ya que anualmente la ciudad recibe alrededor de 17 millones de extranjeros y todos se congregan en las mismas zonas.
En esta actividad organizada por The Untourist Guide to Amsterdam y Wed and Walk, un local y un visitante pueden celebrar una boda simbólica (es decir, no es oficial) que dura alrededor de media hora, en la que vestirán ropa acorde al momento, intercambiarán anillos y dirán sus votos matrimoniales. Después recorrerán los lugares menos conocidos de la ciudad, pero igual de atractivos que el centro, en una “luna de miel”.
Además de visitar locaciones desconocidas, la pareja también puede participar en actividades benéficas como apoyar centros de refugiados o limpiar paneles solares con la finalidad de que no sean meros espectadores, sino que se conviertan en agentes de cambio y ayuden a revertir los efectos negativos del turismo masivo.
Ellen van Loon, socia del despacho de arquitectos holandés OMA, involucrado en la adaptación de la ciudad para el futuro, reconoce el lado positivo del turismo pues representa ingresos de hasta 82 mil millones de euros. Pero también sabe que la gran afluencia de personas “roba el alma a la ciudad” y molesta a los residentes. “A los turistas les gusta tanto Ámsterdam que vienen demasiados”, dijo Van Loon. Por lo que campañas como Cásate con un amsterdanés buscan gestionar los destinos turísticos de la capital.