Las medidas en Shanghái, China, ante un nueva ola de covid-19 son cada vez más severas y ya causan numerosos problemas entre la población de la ciudad. La economía está detenida, hay escasez de alimentos, pérdidas de trabajo y desalojos de hogares. Además, se han cancelado obras de construcción, la apertura de nuevas empresas y se han prohibido las ventas ambulantes. Ni siquiera se tiene permitido salir de casa durante la cuarentena para evitar la propagación del coronavirus.
La situación es tan alarmante y el confinamiento tan estricto que una mujer inmigrante vivió dentro de una cabina telefónica durante un mes. Lamentablemente, y a pesar de no tener a donde ir, las autoridades sanitarias la desalojaron y arrojaron las pocas pertenencias que tenía a la calle. Las imágenes del desalojo se han viralizado en redes sociales no solo por su falta de humanidad, sino por lo alarmante que se ha vuelto este confinamiento.
De acuerdo con información del diario China Youth Daily, la mujer era una trabajadora de unos 50 años que vivió en la zona desde el mes de febrero, pero al poco tiempo de comenzar el estricto confinamiento fue desalojada de su departamento en renta, ya que no tenía dinero para continuar con los pagos. Sin sustento ni un techo bajo el cual vivir, la mujer se hizo un espacio en una cabina telefónica, donde guardaba sus pertenencias y halló refugio de las noches frías.
Por desgracia, ella no es la única en esta situación, pues se reporta que otras personas están pasado por situaciones similares y se han visto en la necesidad de dormir sobre cartones, bajo puentes o en tiendas de campaña instaladas en plena acera.
Lamentablemente para esta mujer, las medidas sanitarias de este último confinamiento se han vuelto mucho más severas y las autoridades no se han tentado el corazón para desalojarla de su único hogar provisional. Luego de echarla junto con sus pertenencias, sellaron la cabina con cinta adhesiva.
Aunque la mujer luchó por conservar el pequeño espacio para resguardarse, las autoridades no le hicieron caso y ella solo pudo acertar a sostener a su perro contra su pecho, llorar de impotencia y retirarse del lugar. Cabe mencionar que las autoridades le ofrecieron alojamiento en refugios públicos, pero la mujer no aceptó la oferta.
Este es solo uno de los cientos o quizá miles de casos que existen actualmente en Shanghái y que ya comienzan a causar terror, pánico y desesperación entre sus habitantes.