Según un estudio realizado por especialistas en neurología de la Universidad de Northwestern, las personas noctámbulas -que tienen más actividad de noche que de día- tienen mayores probabilidades de una muerte prematura que las diurnas o vespertinas, además de ser más proclives a padecimientos como diabetes y trastornos neurológicos.
Los autores de la investigación, Kristen Knutson y Malcolm von Schantz, afirman que la sociedad ha creado una cultura que fomenta el comportamiento de los llamados “búhos nocturnos”, resultando en la privación del sueño y efectos negativos en la salud.
Su proyecto, iniciado en el año 2006, dio seguimiento a una base de 502 mil personas de entre 37 y 73 años en el Reino Unido y concluyó que la privación crónica del sueño afecta la calidad de las funciones físicas y mentales, así como el rendimiento cognitivo en un grado comparable a los efectos del consumo de alcohol; “necesitamos dormir. No es una pérdida de tiempo sino una necesidad biológica fundamental”, dijo Von Schantz.
Independientemente de que ser un ave nocturna o un madrugador está dictado por los genes y es parte de la biología de las personas, los especialistas identificaron que las exigencias de la vida laboral e incluso los estudiantes universitarios que tienden a realizar tareas académicas por la noche en lugar de dormir están promoviendo la falta de sueño suficiente.
Esto ha generado un aumento del 10 por ciento en el riesgo de mortalidad temprana para quienes son identificados en el tipo nocturno, establece el estudio.
Necesitamos descubrir cómo mitigar esta necesidad y ayudar a que los búhos nocturnos sean tan saludables como la gente diurna.
Kristen Knutson.