Si alguna vez has estado a punto de enterrarle un tenedor a la persona que está a tu lado en el comedor del trabajo o en la escuela debido a que no deja de hacer ruidos al masticar, tenemos noticias para ti. La primera es que tienes misofonía o fobia a los ruidos peculiares; la segunda es que, además de esa condición, tienes altos niveles de creatividad y el odio a esos pequeños ruidos son el precio que debes pagar.
Una reciente investigación lo ha comprobado y ahora puedes estar más consciente de que el problema también es tuyo y no solo de quien no tiene modales y mastica ruidosamente.
La misofonía es el odio hacia los sonidos
El término “misofonía” no quiere decir un odio a todos los sonidos, sino hacia aquellos que pueden pasar desapercibidos por algunos, pero causan ansiedad en otros. Son ruidos que suceden cuando alguien mastica papas fritas o cereal, el sonido de un click y hasta la respiración de otra persona.
Quienes padecen de este diagnóstico pueden, incluso, experimentar una presión en su cabeza y pecho, así como tensión muscular y pulso agitado. En los peores casos, las personas pueden llegar a padecer fiebre, sudoración, falta de aire y hasta un dolor semejante al que provoca un ataque de ansiedad.
Es un tipo sensibilidad selectiva única en mentes creativas
Nadie dijo que ser un genio es fácil y los estudiantes de la Universidad de Northwestern lo comprobaron gracias a una reciente investigación en la cual se comprueba que las personas hipersensibles a sonidos relativamente leves suelen ser más creativas e inteligentes.
Según el estudio, los más afectados por sonidos pequeños suelen tener una puntuación más alta en las pruebas de creatividad que el resto de las personas, para quienes pasan desapercibidos los molestos ruidos.
Durante el experimento se entrevistó a 97 personas y se demostró que las más creativas eran quienes tenían menos habilidad para filtrar (o ignorar) las señales acústicas. Y aunque aún no existe tratamiento para tratar la misofonia, hay distintos ejercicios para la relajación y terapia cognitivo-conductual.