Seamos honestas: ningún ser humano es perfecto (excepto tú, Ryan Gosling). Todos los días la humanidad comete errores que con el paso del tiempo, va perdonándose a sí misma. Sin embargo, puede ser que esos tropiezos humanos sean difíciles de olvidar para aquellos que resultan heridos.
He aquí donde nace la sed de venganza. Según expertos en psicología, y aunque suene a lógica de villana de telenovela, el solo hecho de imaginar la tortura de quien nos hizo daño, cambia por completo el estado de humor. En conclusión, ¿será esta la solución a los corazones rotos? Aquí el estudio completo.
La venganza le dibuja una sonrisa a cualquiera
The Journal of Personality and Social Psychology describe que, en efecto, hacer uso de la venganza te cambia el semblante y pone una sonrisa en tu cara. En un intento por comprender la psicología de la revancha, los investigadores realizaron dos estudios.
En el primero, se les pidió a los participantes que redactaran un ensayo, y posteriormente recibieron criticas y comentarios negativos sobre el escrito que habían realizado.
Sin que ellos lo supieran, dichos comentarios hirientes buscaban provocar la molestia en los participantes. Después, los doctores proporcionaron muñecos vudú con los que a base de pinchazos podían los entrevistados sacar su enojo después de leer aquellas notas negativas.
El humor en los participantes mejoró y esto generó aún más curiosidad en los investigadores, así que decidieron hacer una segunda prueba pero ahora esta vez con una venganza directa a personas en especifico.
Al vengarte, el único que se engaña es tu cerebro
Los deseos de conseguir una revancha, por triste que parezca, son sentimientos naturales del corazón, pero puede que la venganza no sea más que un señuelo para que el cerebro genere serotonina, y eventualmente traer de vuelta la felicidad y alegría a ese corazón antes roto.
Así de caprichosa puede ser la psicología humana y los estudios lo han comprobado. En el segundo, a los entrevistados se les dio una supuesta píldora que mejoraba las funciones cerebrales y con el poder de mantener el humor que tenían en el momento en que ingerían la pastilla. En realidad no era más que un placebo para engañar a los participantes y poder continuar con el experimento mientras que ellos creían tener el control de su humor.
Sin embargo, ese control se perdió cuando se les permitió vengarse de sus compañeros. En una sala de videojuegos entraron los participantes, y se les permitió reproducir ruido desesperantes y de volumen alto en los audífonos de sus compañeros; la mayoría de los entrevistados lo hizo en más de una ocasión.
Es decir que no solo disfrutaron vengarse, sino que usaron tal método con el fin de cambiar su estado de humor.
Conclusión: karma sí, venganza no
Sin importar cuan placentera pueda ser la venganza, ahora sabes lo importante que es tener inteligencia emocional antes de caer cual conejillo de indias de este experimento, desquitando tu furia con quien te lastimó. Al final, recuerda el viejo dicho: “para qué vengarme de ti, si el karma es feroz y lo hará por mi”.