Por muchos años hemos sido testigos de la represión que ha castigado a las mujeres en muchos aspectos, desde la vida laboral o sus derechos humanos, hasta su sexualidad. Si bien hemos avanzado mucho en distintas cuestiones, todavía existen temas tabúes que persiguen a la figura femenina, entre ellas se encuentra la monogamia.
Un reciente estudio realizado por el doctor en Psicología Social de la Universidad de Texas, David Buss, reveló que los seres humanos no siempre se guían por seguir los patrones establecidos por la sociedad, pues la evolución va más allá de eso.
Las mujeres NO son monógamas
En una entrevista con el Sunday Times, el doctor Buss declaró que el estudio podría suponer el fin de la hipótesis de que la evolución haya convertido a los humanos en monógamos.
De acuerdo con el científico, las ideas que se tienen respeto a la manera en que los seres humanos se desenvuelven en sus relaciones amorosas han sido heredadas, incluso, no existen estudios que demuestren la certeza de que estamos genéticamente predispuestos a la monogamia.
Esto significa que no existe ninguna evidencia de que las relaciones humanas deban ser exclusivamente entre dos personas. Buss llamó a esto estrategia de apareamiento.
Romper con alguien y emparejarse de nuevo podría ser una de las características más comunes en la forma de aparearse de los humanos, sino la estrategia más importante de todas.
Se trata de reproducción y no de la idea de que una mujer necesita a un hombre para poder ser feliz. Afirmó que las mujeres han recurrido a los brazos de otros hombres al terminar un vínculo sentimental con una persona desde el inicio de la humanidad.
Para nuestros ancestros, que sufrían de enfermedades, una dieta pobre y cuidados médicos mínimos y tenían una esperanza de vida menor a los 30 años, cambiar de pareja sexual y buscar una más adecuada era necesario.
No es que la mujer se aburra o busque más placer, es que era básico para sobrevivir y evolucionar como especie. De hecho, existe un fenómeno llamado la recámara amorosa: es cuando las personas buscan a otras posibles parejas en caso de que su relación actual no funcione o termine. Las mujeres también son dadas a esto tanto como los hombres y, según el estudio, están predispuestas a tener un plan B o C.
La conclusión a la que llegaron los científicos respecto a esta teoría apunta a que la infidelidad de las mujeres en tiempos pasados fue útil e incluso necesaria, ya que no existía la seguridad de que los hombres con los que tenían un vínculo sentimental, los cuales salían a cazar para buscar alimento, fueran a regresar.
Podían morir, aparearse con otras, abandonarlas o simplemente perder valor como compañeros. Tener a otros hombres de reserva no era un obstáculo para el bien de todos, sino lo contrario, una forma inteligente de mejorar el futuro, con un probable segundo emparejamiento.
La idea de que las mujeres necesitan tener a un solo hombre para siempre, mientras que ellos “necesitan” ser infieles y sustituirlas rápidamente, está detrás de muchos prejuicios y errores personales e históricos.
Si ponemos atención al estudio, quizá sea hora de dejar este pensamiento en el pasado. Cuando una mujer termina una relación no tiene por qué guardar luto por mucho tiempo; los datos científicos dicen exactamente lo contrario.