A pesar de que el mecanismo para la conexión entre salud y positivismo no es perfectamente claro, investigadores del tema han concluido que, definitivamente, existe un vínculo entre la actitud positiva y una mejor salud.
Lisa R. Yanek, profesora asistente de Medicina del Hospital Universitario Johns Hopkins en Baltimore, Maryland, quien estudia las enfermedades cardiovasculares en familias y la modificación de los factores de riesgo de las mismas, explica que durante su investigación en pacientes con antecedentes familiares de enfermedad cardiaca se pudo determinar que quienes presentaron una actitud positiva registraron un tercio menos de probabilidades de sufrir tanto un ataque cardiaco como un evento cardiovascular, en un plazo de cinco a 25 años, que aquellas personas con una perspectiva más negativa de la vida.
Con el título de The Power of Positive Thinking (El poder del pensamiento positivo, justo como el conocido best seller de Norman Vicent Peale, en 1952), la institución de investigación de la Johns Hopkins muestra el estudio en el que incluso se observa que los pacientes con antecedentes que representaban un mayor riesgo de enfermedad arterial y coronaria mantuvieron la condición de ventaja siempre y cuando su actitud fuera optimista.
Igualmente, las personas con perspectiva positiva entre el general de la gente tratada en el estudio -sin antecedentes de las enfermedades en evaluación-, presentaron un 13 por ciento menos de posibilidades de sufrir un ataque cardiaco o un evento coronario que sus contrapartes negativas.
Yanek, de la división de Medicina Interna del hospital, explica que para determinar las perspectivas “negativa” y “positiva” entre los sujetos de la investigación se utilizaron herramientas para medir niveles de alegría, energía, ansiedad y satisfacción acerca tanto de la salud como de la vida en general.
Igualmente, a pesar de que nuestra personalidad es determinada a partir de factores como nuestra genética, la profesora ofreció algunas claves para poder mejorar la perspectiva con la que observamos la vida:
- Sonríe más. Está comprobado que la sonrisa disminuye el ritmo cardiaco y la presión arterial.
- Practica el reencuadre. Lo mejor es enfocarse a las cosas buenas que tenemos o que nos suceden y no a las negativas o “malas”.
- Construir resiliencia. Aumentando la capacidad de adaptarnos a situaciones estresantes o negativas y aceptar el cambio.