Las tías son importantes en la vida de los sobrinos pues ofrecen la mezcla perfecta de seguridad y diversión que permiten su sano y feliz desarrollo. Para los pequeños son como una segunda mamá, pero sin regaños incluidos, a tal punto que, a veces, pueden sentir más apego por las tías que por sus progenitoras, según la especialista Olga María Renville, maestra en Terapia Familiar, en Psicología Clínica y en Ciencia de la Psicología.
Para los niños, la ventaja de tener una relación con los hermanos de sus papás es que son más permisivos y les dan más libertad de ser y de hacer lo que quieran, pero sin llegar a extremos que puedan ponerlos en peligro o que ponga en duda la autoridad de los propios padres. En palabras de la maestra Renville: “hay madres que son bien fuertes y autoritarias, y son las tías esa parte dócil que necesitan los muchachos en algunos momentos. Son más divertidas, los llevan a pasear y les complacen sus caprichos” y, en consecuencia, ven en ella la compañía ideal. ¡Punto para las tías!
En su libro Where the aunts are: Family, feminism and kinship, las escritoras con maestría en Comunicación Laura L. Ellingson y Patty Sotirini, tratan de descifrar el papel de las tías en la familia y su influencia en el desarrollo de los infantes:
Proveen recursos culturales críticos que contribuyen a la crianza, al apoyo familiar, al desarrollo personal, al conocimiento racional y a la amabilidad que, a veces, son pasadas por alto.
Esta relación puede ser beneficiosa para todos los involucrados: por un lado a los niños los provee de confianza, apoyo y estabilidad; por otro, puede aligerar la carga de los padres que pueden recurrir a sus hermanos si necesitan una noche de descanso; pero también las tías se benefician de esto.
La generación millennial es cada vez más reacia a tener hijos, ya que sus planes están enfocados a la autorrealización laboral o personal y a la conservación del medio ambiente, por lo que han encontrado, en los sobrinos, una alternativa a la paternidad y maternidad sin una responsabilidad real, pero que suple sus necesidades familiares y de afecto de acuerdo con su propia realidad.