Cuando se sufre una infidelidad, es común que la persona agraviada se centre en “la otra” o “el otro” y se deje de lado la realidad de la pareja, que es la principal responsable de lo que sucede en la vida en común.
Expertos en comportamiento y relaciones, como Christine Hartman, afirman que esto sucede porque es más fácil señalar a la persona con la que se consumó el engaño, a causa del estado de negación que se vive en el momento y el impacto de saber que la persona que se ama mintió:
Culparlo te hace responder preguntas incómodas como: ¿mi relación fue falsa? ¿Él no es quien creo que es? ¿Me voy a quedar sola?
Otra razón, según el psicólogo Brandy Engler, se centra en que las mujeres que sufren una traición necesitan una salida para liberar su ira -en lugar de enfrentar el problema-, y eligen como blanco de su enojo a la amante.
De acuerdo con el psicólogo especialista en relaciones de pareja Gervasio Díaz Castelli, este comportamiento es un mecanismo de defensa, ya que es más fácil aceptar que una persona desconocida nos lastimó y no alguien que es cercano y además amado. En otros casos se arremete contra el otro(a) porque se tiene el deseo de seguir con la persona infiel y, por ende, la rabia tiene que ser descargada contra quien rompió la armonía de la pareja.
Otro motivo es porque se piensa erróneamente que si esa persona se aleja el problema va a desaparecer.