¿Alguna vez has pensado que había un aire extrañamente familiar entre una amiga y su pareja? ¿O te has preguntado por un momento si los chicos que caminan delante tuyo en la calle son esposo y mujer o hermano y hermana? Es probable que ni siquiera lo imagines, pero varias especies de animales aprenden cómo se ve una pareja adecuada de acuerdo a la apariencia de sus padres y parece que los humanos hacen lo mismo.
Los científicos saben desde hace mucho tiempo que algunas especies, incluyendo a las aves, mamíferos y peces, eligen parejas que lucen similares a sus padres. Esto se conoce como una importa sexual positiva. Por ejemplo, si una madre cabra cuida a una oveja bebé o viceversa, entonces esos bebés crecerán para tratar de emparejarse con la especie de su madre adoptiva, en lugar de la propia.
¿Nos elegimos a nosotros mismos?
Si tendemos a vernos como nuestros padres, ¿cómo saber que las personas no eligen una pareja que se parezca a sí mismos? Un gran número de estudios han sugerido que ésto no es todo. Uno de ellos demostró que las mujeres adoptadas tienden a elegir maridos parecidos a sus padres adoptivos.
También sabemos que en general los heterosexuales se sienten más atraídos a las personas parecidas a su padre del sexo opuesto que al del mismo. Además, la apariencia no es lo único que importa: también influye cómo es o fue la relación con ese padre. Las personas que tuvieron relaciones positivas en la niñez con uno de sus padres por lo general se sienten atraídas a parejas que se asemejen a ese padre.
Aversión contra atracción
Freud creía que los niños tienen un deseo reprimido por sus padres. Pero esta rama de investigación no muestra de ninguna manera que deseemos en secreto a nuestros padres, sino que simplemente tendemos a sentirnos atraídos a personas que se asemejen a ellos en cierta medida. En todo caso, también es cierto que sentimos una aversión por los miembros de nuestra familia inmediata que se desarrolla de forma automática a través de dos procesos: uno apaga la atracción por las personas con las que pasamos mucho tiempo durante la niñez, y el otro apaga la atracción por cualquier niño por el cual nuestra madre muestre preocupación o cariño. Esto se llama impronta sexual negativa.
La clave está en la niñez
Todas estas preferencias se desarrollan en los primeros años, en los que quizá aprendemos que nuestros padres son atractivos, luego alejamos ese aprendizaje y lo traemos de vuelta nuevamente cuando estamos listos para relaciones adultas o tal vez experiencias más recientes. Hay patrones complejos de desarrollo subyacentes sobre cómo construimos nuestro ideal de una pareja.
¿Cuál es la explicación biológica de este comportamiento?
Relacionarse con una pareja que no sea miembro de la familia es, en términos biológicos, la mejor forma de garantizar niños saludables. A pesar de esta investigación, si alguien dice que su pareja no se parece en absolutamente nada a sus padres, también es comprensible. El parecido con los padres no creo que esté en el top 10 de la lista de deseos de nadie. Como la inmensa mayoría, probablemente quieres una pareja que sea agradable, inteligente y atractiva. Pero si todo lo demás es igual, entonces ese cómodo sentimiento de familiaridad puede ser suficiente para tener una relación en curso, o para mantener sentimientos de confianza en la relación.