¿Estás cansada de atraer siempre al mismo tipo de chicos y no sabes por qué ocurre esto? Todos tus ex son iguales: las mismas actitudes, los mismos defectos y has llegado al punto de creer la frase “todos los hombres son iguales”.
Eso tiene una explicación: de acuerdo a Esteban Cañamares, psicólogo clínico, sexólogo y profesor honorario de la Universidad Autónoma de Madrid, la figura del padre siempre va a influir en el tipo de relaciones sentimentales de sus hijas.
Tiene que ver con el ambiente en el que te desenvuelves
Esto no es nada descabellado, pues es el primer hombre en la vida de una mujer; además, es el componente masculino de la relación que, para la pequeña, será la principal y primera referencia: el matrimonio de sus padres.
Sin embargo, para Silvia Álava, psicóloga especializada en la infancia, el padre es influyente, pero no determinante.
No debemos obsesionarnos con encontrar copias o contrarios del progenitor al momento de buscar una pareja. Aún así, de acuerdo a su comportamiento con su hija y como trate a su madre, serán hechos que tendrán efectos en la autoestima y la elección de una pareja, incluso en los comportamientos sociales de la niña.
Un hecho comprobado
Una investigación de la Universidad de Durham en Inglaterra, asegura que las mujeres que tienen una buena relación con su padre buscan parejas con rasgos parecidos o similares a su progenitor.
Aunque no puedes exigirle a tu pareja que funcione de la misma forma que tu padre, pues cada persona es diferente, pero según las investigaciones, para encontrar pareja o por lo menos, tener una referencia de la forma en que debes de ser tratada, siempre tomarás en cuenta la forma en que se comportó tu padre.
El tipo de pareja que tienes, de acuerdo al padre que tuviste
Edmundo Campusano, psicólogo y docente, detalla que la figura paterna dicta relación con aspectos como la autoridad, la guía, el deber y la fortaleza.
Padre ausente
El psicólogo señala que las mujeres que tienen un padre ausente pueden desarrollar falta de confianza personal o sentir que no está apoyada en la vida, y que no tener una estructura familiar “ejemplar”, la hace pensarse fuera de ese grupo de contención emocional primario. Esto puede repercutir en la vida sentimental y, en consecuencia, no confiar en sus decisiones y estar siempre dudando de sí misma en diversos ámbitos.
Existen dos tipos diferentes de efectos que pueden presentarse en una hija de padre ausente con respecto a la elección de pareja:
- Profundas heridas en el amor y la autoestima, que la lleva a elegir parejas que aportan poco. No sentirse “merecedora” del amor, convencida de ser incapaz de tener una pareja que valga la pena; muy insegura, fea, celosa, poco interesante, por lo que no busca o rechaza inconscientemente parejas valiosas, y a cambio acepta hombres que tienen poco para ofrecer pero que generalmente son cariñosos, con los que llena el vacío.
- Autosuficiencia: ya que no tuvo un padre que la protegiera aprendió a cubrir ella sus necesidades; su lema es: “no necesito a nadie”, detrás de lo cual se esconde el dolor de “no tuve a quien necesité”, lo que puede llevarla a no armar pareja o bien, a elegir un hombre que no le importe, que solo sea funcional a sus necesidades. Es decir, puede ser una mujer que no se arriesga, no se entrega al amor y huye de las relaciones realmente significativas.
Padre excesivamente sobreprotector
Los psicólogos señalan que es probable que un padre así anule, de algún modo, el proceso de madurez emocional, la capacidad de crecimiento y de poder desarrollarse y arreglárselas por sí misma. Puede contribuir a crecer, pero emocionalmente será frágil e inestable. La sobreprotección, en el fondo, crea en ella una especie de incapacidad vital. Esto es complejo, ya que está muy ligado a la sensación de ser siempre una niña, que no se puede quedar sola, lo que tiene efectos en la vida social, de pareja y laboral.
- Puede mantenerse como niña mimada que buscará una pareja que se haga cargo de ella por completo, con tendencia a deprimirse o entrar en pánico frente a las dificultades de la vida.
- Rebeldía, que se ponga en peligro -ya que no aprendió a cuidarse por ella misma- y elija desafiantemente parejas muy inapropiadas y contrarias a los deseos de sus padres.
Padre castigador
El castigo bien utilizado sí es una herramienta de formación. Pero si es solo castigo, sin comprensión o cuando es recurrente, la figura de poder y autoridad del padre genera daños importantes en el desarrollo psicológico, ya que la niña crece asustada, con la sensación de falla personal, de ser un “error”; en estos casos, la imagen queda construida sobre la idea de no ser válida, de no cumplir “con lo que se debe”. A eso debemos agregar que el castigo viene precisamente de la figura que debería darle el soporte necesario para sentirse apoyada, que “nada malo va a pasarle si se equivoca”.
De esta manera, puede haber una constante sensación de miedo, de esconderse en los diversos espacios de la vida, buscar estar siempre detrás o querer pasar inadvertida y no atreverse a ser visible.
- Baja autoestima y tendencia masoquista, que lleva a repetir el modelo y aceptar hombres abusivos y maltratadores, muchas veces guardando las apariencias y manteniendo en secreto su situación.
- “Nadie me va a maltratar”, la mujer se endurece y no tiene pareja, o bien ella se vuelve maltratadora con el sexo opuesto o elige a un hombre muy débil, muy femenino, que no signifique ningún riesgo, pero que tampoco importa realmente. Es decir, cierra su corazón.
Padre inmaduro
Depende del tipo de inmadurez, si es un padre inconstante pero cariñoso cuando aparece, es menos marcador que los casos anteriores, porque el cariño está. Es posible que la hija -al crecer- acepte a esta padre incumplidor, pero que la quiere; puede generar rabia, una actitud maternal con el padre que también la lleve a actitudes maternales con las parejas. Le puede costar dejarse cuidar y proteger, porque no tiene la experiencia. También puede generar angustia fácil, ya que se incorporó la experiencia de la incertidumbre y falta de constancia en el amor, lo que puede generalizarse a lo bueno de la vida; es decir, que cuando las cosas van bien, la mujer tema que “algo malo va a pasar”.
Existe la relación perfecta
Evidentemente, también existe el equilibrio: un padre ideal, es decir, presente, cariñoso, capaz laboralmente, querido y respetado por su esposa, generalmente se traduce en un regalo de autoestima y buena elección de pareja para sus hijas. En realidad, un padre perfecto es aquel que la mayor parte del tiempo es un buen papá; tiene defectos, por supuesto, se equivoca también, pero nunca llega a los extremos.
Este tipo de relación sana trae como consecuencia algo positivo. Estas mujeres tienen un equilibrio interesante de aspectos masculinos y femeninos; pueden ser tan autosuficientes y capaces de competir como de manejar sus afectos y ser sensibles y expresivas. En general, pueden vivir su vida afectiva sin alteraciones y lograr una relación plena, afectiva y sexualmente hablando, al igual que en los diversos espacios: laborales, sociales, etc.
Todo depende de ti
Aunque esto no tiene por qué ser determinante, las consecuencias o efectos del tipo de padre que se tuvo, varían de una mujer a otra, no hay un patrón de conducta.
- Las características de la hija también afectan: las personas más resilientes, es decir, con más capacidad de superar las dificultades y fortalecerse a raíz de ellas, puede que lo superen, logren muy buena autoestima y elijan una buena pareja. En cambio, habrá otras que necesitarán de un trabajo personal para lograr sanar las heridas y tener una vida plena.
- Otro factor clave es el entorno, como la mamá, el colegio, sus abuelos, tíos, primos, barrio, salud e incluso belleza física, así como sus propias circunstancias de vida.