Cuando una mujer está embarazada poder sentir los movimientos de su bebé dentro del vientre es lo que espera con más emoción; ese momento es único porque la conexión madre e hijo se hace más estrecha.
Si el bebé tiene movimientos cada vez más bruscos no hay de qué preocuparse, esto significa que su salud está bien y tiene una respuesta positiva hacia la vida ya que su sistema óseo será más fuerte que el resto, según estudios.
El Instituto Indio de Tecnología Kanpur y el Colegio de la Trinidad, en Dublin, Irlanda, en colaboración realizaron un primer estudio que afirma que cuando el embrión se mueve de manera constante y con fuerza tiene más probabilidad de mejorar el desarrollo de sus cartílagos y huesos debido a una interacción molecular en el útero.
Al moverse el feto (como reacción natural ante diferentes estímulos) provoca la lubricación correcta en las articulaciones, explica la doctora coodirectora del caso Paula Murphy.
En segundo lugar, el estudio elaborado por la doctora Niamh Nowlan y su coautor, el doctor Steffan Verbruggen en el Imperial College de Londres, consistió en analizar imágenes de 20 a 30 fetos en movimiento no invasivo por medio de resonancia magnética (RMI), empleando la técnica del cine para generar imágenes en movimiento después de varias tomas por separado.
La cantidad de veces que un bebé se mueve dentro del útero es importante y se presenta de forma variable; hasta la semana 32 de gestación estos son más notables, constantes y agresivos, lo que indica un buen desarrollo físico. Se pudo calcular la fuerza de las patadas en tobillos, rodillas y cadera, y su efecto en el esqueleto luego de simulaciones computarizadas.
Los resultados arrojaron que de las 20 a las 30 semanas de gestación la fuerza con la que producía las patadas fue casi duplicada de 6.5 a 10.5 libras; cuando el embrión cumplió de 30 a 35 semanas, disminuyó 3.8 libras debido a que el espacio se reduce mientras este crece, pero las tensiones que ayudan en la columna se mantuvieron constantes.
Los patrones que hemos encontrado enfatizan los vínculos entre el movimiento en el útero y el desarrollo de los huesos. Nuestros hallazgos resaltan un eslabón perdido crucial para comprender el papel de las fuerzas mecánicas en el desarrollo del hueso prenatal.