Desde que empecé a llamar la atención de los hombres y tuve mis primeros novios, me convertí en una de esas chicas que simplemente no puede estar sola. Me volví adicta a esa sensación de nervios y adrenalina que sientes cuando comienzas a salir con una persona.
Tenía la impresión de que necesitaba el afecto, la atención y la comodidad de que alguien estuviera ahí, tanto, que olvidé cómo ser feliz sola.
Cuando sólo éramos mi alma y yo, buscaba a alguien más, siempre a la espera de la siguiente relación o por lo menos coqueteaba para comenzar algo. Nunca me di una oportunidad real de disfrutar mi propia compañía.
No sólo era poco sano buscar toda la vida, también era patético. A todas las chicas a quienes esta situación les resulte familiar, escuchen: hagan lo que las hace felices.
Aunque me costó trabajo, comprendí que la felicidad no es estar acompañada y menos cuando esa compañía te hace sentir vacía.
No puedes encontrar tu felicidad en las manos de otro ser humano, y si piensas de esta forma sólo envenenas tu mente. No puedes ser verdaderamente feliz en compañía de alguien más si no sabes cómo ser feliz por ti y para ti. Empoderarte es descubrir la felicidad.
Aprendí esta lección con la última ruptura que tuve. Por primera vez no actué como una tonta. Primero dudé en dejar ir esa relación, pero conforme el tiempo pasó me di cuenta que no era totalmente feliz a su lado.
Me quedé más tiempo del que debí, pero finalmente tuve el coraje para irme. Experimenté una ola de emociones: me sentí asustada, triste, confundida, pero una vez que pasa la tormenta, llega a la calma y todo sigue su curso.
Cuando la tristeza se alejó, pude verme desde una perspectiva distinta. Descubrí lo bella, divertida y amable que puedo ser cuando soy mi prioridad. Y por si fuera poco, ¡soy una excelente novia! Quién no pueda verlo, no me merece.
¿Por qué dejé que alguien más decidiera mi felicidad si podía hacerlo yo misma? Hoy me siento bien y feliz porque sé que la felicidad va mucho más allá de estar con otra persona. Ahora aprovecho mi tiempo para hacer las cosas que me gustan y ser una mejor persona cada día, pero también para abrir los ojos de otras personas que se sienten como algún día me sentí.