La felicidad está aquí y ahora, en una vida plena y sin arrepentimientos. Por lo menos es lo que siempre nos dicen por todas partes, pero es un pensamiento en el que en realidad pocas veces nos detenemos a reflexionar.
Bronnie Ware, una enfermera australiana que pasó muchos años junto a enfermos terminales, cuidando de ellos las últimas 12 semanas de su vida, lo hizo. Con el paso del tiempo recopiló varias epifanías que los pacientes tenían en el lecho de muerte, y que incluían los arrepentimientos más comunes al final de su vida.
Esta lista que compartimos a continuación es un buen recordatorio de que sólo tenemos una vida para hacer lo que queremos, y que nunca es tarde pare empezar de nuevo.
1. Desearía haber tenido el coraje de vivir una vida auténtica para mí, no la que otros esperaban
“Este fue el arrepentimiento más común de todos. Cuando las personas se dan cuenta de que su vida casi termina y miran en retrospectiva con claridad, es fácil ver cuántos sueños no se han cumplido. La mayoría de las personas no honraron siquiera la mitad de sus sueños y tuvieron que morir sabiendo que fue debido a elecciones que hicieron o no hicieron. La salud brinda una libertad de la que pocos se dan cuenta, hasta que ya no la tienen”.
2. Desearía no haber trabajado tan duro
“Esta frase vino de cada paciente varón que cuidé. Se perdieron de la juventud de sus hijos y la compañía de sus parejas. Las mujeres también mencionaron este punto, pero como fueron de una generación anterior, por lo general no habían sido el sostén de la familia. Todos los hombres que cuidé lamentaron profundamente haber pasado la mayor parte de su vida en una existencia dedicada al trabajo”.
3. Desearía haber tenido el coraje de expresar mis sentimientos
“Muchas personas reprimieron sus sentimientos para estar en paz con otros. Como resultado, se conformaron con una existencia mediocre y nunca llegaron a ser lo que realmente eran capaces de ser. A veces, arrastraron muchas enfermedades relacionadas con la amargura y el resentimiento”.
4. Desearía haber mantenido el contacto con mis amigos
“Muy seguido no se daban cuenta de todos los beneficios de tener viejos amigos hasta sus últimas semanas, y no siempre era posible localizarlos. Muchos se habían encerrado tanto en sus propias vidas que permitieron que amistades muy valiosas se diluyeran con el tiempo. Hubo muchos arrepentimientos profundos sobre no dar a la amistad el tiempo y esfuerzo que merecían. Todo mundo extraña a sus amigos cuando se está muriendo”.
5. Me hubiera gustado permitirme ser más feliz
“Este punto es sorpresivamente común. Muchos no se dieron cuenta hasta el final que la felicidad es una elección. Se quedaron atrapados en viejos patrones y hábitos. El llamado ‘confort’ de la familiaridad se desbordó en sus emociones, así como en su vida física. El temor al cambio los mantenía pretendiendo ante los demás –y ante ellos mismos– que estaban contentos, cuando en el fondo anhelaban reír como se debe y hacer tonterías otra vez”.