Cuando eres joven y tienes aún muchos planes por delante, tienes objetivos y prioridades que se enfocan a ti misma, a tu estudio, tu trabajo, tus relaciones; pero sobre todo a llenarte de experiencias que te hagan crecer cada día más. Sin embargo, en esta etapa de tu juventud, cuando no esperas nada de la vida más que nuevas aventuras fuera de casa y lugares interesantes por conocer, te llega la sorpresa de que serás tía; entonces nada de lo que conocías antes volverá a ser igual en tu familia, ya que comenzarás a llevar una responsabilidad de la que nunca más podrás renunciar.
A ti que de pronto uno de tus hermanas o hermanos te convirtió en tía por sorpresa, estas son las palabras que necesitas dedicarle a los seres más jóvenes e importantes de tu vida: tus sobrinos.
A ti, el ángel que me cambió la vida:
Cuando supe que llegarías a nuestras vidas, la noticia me cayó como sorpresa, tus padres estaban feliz de que llegarías a nuestra familia, y yo pude creer que en ese momento me volvería algo importante para alguien a quien aún no conocía, pues por primera vez en mi vida alguien me diría ‘Tía’.
Y es que aunque aún no tengo la dicha de ser madre, el día que me enteré que sería tía por primera vez sentí que la felicidad no cabía en mí. Con el paso de los meses fui encariñándome más con la idea de ser la persona que más te mimaría en el mundo. Sólo yo podría consentirte cuanto quisiera, y sólo yo podría ser aquella con la que tendrías esa plática de amigos cuando más confundido te sintieras.
La verdad no podía dejar de pensar en ti y en lo mucho que disfrutaría compartir tiempo contigo. Ese bebé que venía en camino no sólo traería un puñado de felicidad para toda la familia, también llegaría con muchos retos y cosas por aprender. Ese aprendizaje que yo no tenía contemplado vivir en aquel momento, y no podía evitar ponerme igual de nerviosa que una madre primeriza.
Otra realidad es que con el paso del tiempo no sólo te fui amando cada vez más, sino que me ayudaste a crecer como persona. Desde el sentimiento de atesorar el tiempo, como todos los momentos que paso contigo, hasta cuando peor me llegué a sentir conmigo misma y tú me mirabas y me decías que era la más linda del mundo.
Contigo jamás podía tener una cara larga o andar de mal humor, tú me miras siempre como si yo fuera perfecta y nunca me equivocara, si tan sólo supieras que no soy así, pero que por ti todos los días son una nueva oportunidad de intentar ser mejor persona.
No me queda nada más que agradecerle a Dios por tener la oportunidad de ser lo que soy, tu tía; la que se vuelve espontánea y divertida cuando llegas de visita.
La que siempre estará ahí contigo para vivir tus triunfos; todos y cada uno de ellos, ten por seguro que estaré ahí. Así como en tus tristezas y sin importar las veces que caigas, yo estaré para ayudarte a levantarte y caminar juntos, para platicar de todo aquello que suceda en tu vida, pues sabes que siempre seré tu mayor confidente.
Simplemente eres una importante motivación para mi vida, ya que honestamente, desde el día de tu nacimiento encontré nuevos caminos para elegir lo que quiero en mi futuro. Estar bien, estar feliz, haber realizado mis metas y tener la oportunidad de ayudar a que nada le falte a mi sobrino. Es definitivamente todo lo que le pido a la vida.
Y aunque sé que no eres mi hijo, puedo asegurarte que algo que jamás te faltará sera un amor de madre, porque para quererte no necesito más título que el que tengo: tu amorosa tía.