La vida es un regalo que solo podemos atesorar una vez, y si haces que sea más difícil de lo que es, probablemente te arrepentirás cuando seas mayor. Toma esos viejos hábitos que no te permiten avanzar y cámbialos: depende de ti hacer que tu vida sea una historia simple, menos complicada y feliz.
1. Atribuyes intenciones donde no las hay
Tu amigo nunca respondió tu mensaje de texto. Tu compañero de trabajo fue a desayunar sin ti. Todo el mundo puede encontrar una razón para sentirse ofendido constantemente. Así que, ¿qué hicieron los demás para hacerte sentir ofendida? Independientemente de sus acciones, tú atribuiste esas malas intenciones que muchas veces no te constan.
La gente feliz no se toma las cosas tan personales ni atribuyen intenciones a los demás.
2. Eres la estrella de tu propia película
No es de extrañar que creas que todo el mundo gira a tu alrededor. Después de todo, tú has estado en el centro de todas las experiencias que has tenido. Eres la estrella de tu propia película, escribiste el guión, sabes cómo quieres que se desarrolle e incluso sabes cómo quieres que termine.
Por desgracia, se te olvidó darle el guión a alguien. Como resultado, los demás no son conscientes del papel que tienen que interpretar. Entonces, cuando meten la pata en sus líneas o no se enamoran de ti, dejan de ser tus amigos o no te dan reconocimiento que esperas, tu película está se arruina.
Pierde tu guión. Deja que alguien más sea la estrella de vez en cuando. Da la bienvenida a nuevos personajes y abraza la siguiente trama.
3. Avanzas rápido al apocalipsis
Tenemos la mala costumbre de avanzar rápido hacia el peor resultado posible y es una grata sorpresa cuando el resultado es ligeramente mejor que el desastre total. Cuando tu mente se enfoca innecesariamente en eventos como que el dolor en tu garganta es un cáncer, que tu tarjeta de crédito cayó en las manos equivocadas y te estafarán, etcétera, etcétera, creas un proceso de negatividad.
La negatividad sólo engendra más negatividad, y absorbe tus posibilidades de sentirte bien, de ser feliz confiando en la vida misma y sus porqués.
4. Tienes expectativas poco realistas
Entre las muchas deficiencias de tu familia y tus amigos destaca la dura realidad de que no pueden leer tu mente o anticiparse a tus caprichos. ¿Tu novio se olvidó de su aniversario de seis meses de la primera vez que salieron juntos? ¿Constantemente se olvida de llamar a la hora que acordaron? ¿Tu amigo dejó de adular tu tatuaje, tus lentes, tu sonrisa?
Las expectativas no satisfechas son la mayor causa de infelicidad en la vida. Minimiza tus expectativas y maximiza tu alegría.
5. Estás esperando ‘una señal’
Tengo un amigo que no toma ninguna decisión sin recibir una ‘señal’. Supongo que está esperando el anuncio de Dios. Está constantemente paralizado por una divinidad o bien, enojado y frustrado. Reconozco que el destino o un poder superior juega un papel en nuestras vidas, pero creo que es mejor contribuir a formar nuestro destino en lugar de ser gobernados por él.
6. No tomas riesgos
Vive con audacia. Cada vez que te ofrezcan elegir un reto que implique un mayor riesgo para ti, tómalo. Perderás ante los ojos de mucha gente, pero al final de tu vida, cuando los sumes todos, te alegrarás de lo que hiciste.
7. Constantemente comparas tu vida con la de los demás
Con frecuencia, las personas tratan de compararse entre sí: por los lujos que poseen, por las amistades que los rodean, por su aspecto y por su vida en general. Si tú haces lo mismo, ¡detente!
Recuerda siempre el dicho del ex-presidente de Estados Unidos, Teddy Roosevelt: “La comparación es el ladrón de la alegría”.
8. Dejas que otras personas te roben
Si tuvieras un millón de dólares en efectivo bajo el colchón, necesitarías cuidarlo constantemente y tomar precauciones para asegurarte de que está seguro. Bien, pues resulta que la única posesión más importante que el dinero es el tiempo, ¡y no haces nada para protegerlo! De hecho, voluntariamente se lo das a los ladrones: a personas egoístas y negativas; gente que no se calla y que incluso te juzga.
Trata a tu tiempo como una joya a la que debes proteger y compartirla sólo con aquellos que se la merecen y la respetan.
9. No puedes o no quieres ‘dejar ir’
Esto se hace cada vez más difícil, ¿no? Es porque a veces hay que trabajar en la felicidad. Algunos obstáculos son demasiado difíciles porque simplemente no están ajustados a tu forma de ver las cosas, o requieren de tu compromiso con una actitud positiva.
¿Es necesario perdonar a alguien? ¿Es necesario dar la espalda a una relación fallida? ¿Es necesario aceptar la muerte de un ser querido? La vida está llena de pérdidas, pero en cierto sentido, la verdadera felicidad no sería posible sin ellas. Nos ayudan a apreciar y a saborear las cosas que realmente importan. Nos ayudan a crecer. ¡Pueden ayudarnos a ayudar a otros a crecer!
El ‘cierre’ pareciera una palabra para las personas que nunca han sufrido de verdad. Pero no hay tal cosa: ellos tratan de aceptar su pérdida. Si lo pones en perspectiva, siempre tendremos cierto pesar y dudas sobre nuestras pérdidas –si hubieras dicho esto o intentado aquello. Cuando esto ocurra, encuentra a alguien que te entienda y habla con esa persona. Busca apoyo. Si tu primer intento falla, inténtalo diez veces más.
10. No des la espalda
Una manera de hacer frente a una pérdida o a una vida insatisfecha es involucrarte en actividades para hacer el bien, como ser voluntario, o ayudar a los demás de diversas maneras. Pero antes, debes poner atención a tu propia vida, a lo bueno que existe cada día en ella, comprometiéndote a vivirla plenamente y a salir de ti misma.
Cuando uno voltea a ver a los otros no tiene que hacer algo grande o estructurado. Es suficiente una palabra amable, animar a alguien, hacer una visita a quien está solo. Aléjate de tu ensimismamiento.
Hay dos tipos de personas en este mudo: los donadores (aquellos que dan) y los compradores (que buscan recibir). Los donadores son felices. Los compradores son miserables. ¿Tú que eres?