¿Te sorprende verme así, gritando a los cuatro vientos que soy soltera y que además me siento feliz de serlo? Esa soy yo, la mujer que puede vestir, comer, bailar, brincar, reír y llorar sin tener que rendir cuentas a nadie. Amo mi libertad y me alegra saber que soy yo quien puede decidir qué hacer en cada aspecto de mi vida.
Es definitivo, no cambiaría por nada los placeres que me da la aventura de descubrirme y reinventarme cada día; de conocerme, de aprender de mis miedos y de mis errores, de poder disfrutar una taza de café por las mañanas, de dormir desnuda si me place, de tirarme de un paracaídas si eso me hace feliz; sin estar preocupada por el qué dirán, de cualquier manera no se puede hacer felices a todos, igual me criticarán.
¿Soltera o casada? Construyendo un imperio. Conociéndome a mí misma. Sanándome a mí misma. Amándome a mí misma. Haciendo nuevos amigos. Conociendo gente nueva. Viviendo el presente. Viajando.
Aprendí que no necesitas a nadie más que a ti misma para ser feliz. Es un proceso delicado: hay quienes pasan su vida entera sin saber lo que es el amor y el respeto a sí mismas; pero cuando lo haces, cuando te conoces y te amas por lo que eres y no por lo que los demás quieren o creen que deberías ser, entonces estás lista para compartirla con alguien más, sin ataduras.
Socialmente, ser soltera es sinónimo de “estar sola”, pero no tener un hombre al lado no significa estar sola; significa tenerte a ti, a tus amigos, a tu familia -que nunca te abandona-, ¿necesitas a alguien más? Por supuesto que no, y como reza el viejo y gastado refrán, a veces “más vale sola que mal acompañada”.
Y aclaro, no significa que sea una Grinch del amor o que no crea que exista; creo en la magia que envuelve a dos personas que se encuentran en el mundo, a pesar de las diferencias, las distancias, los gustos y las formas de ser. Creo en las relaciones largas y en el amor para siempre.
Sin embargo, he comprendido que cada etapa tiene su tiempo, y como no ansío vivir el tiempo de otras personas, disfruto de mi propio tiempo. No sé cuánto dure, pero me alegra poder estar sola y no tener que andar rodando de cama en cama, recogiendo las migajas de amor de personas que quizá estén realmente solas o perdida en las fiestas, ahogando en alcohol un vacío que ni siquiera existe.
Disfruto ver la cara de hombres y mujeres por igual cada vez que digo que soy soltera, pareciera que están viendo un fantasma o un bicho raro. Unos se preguntan qué estaré haciendo mal, otros me compadecen por encontrarme en tan terrible estado; a mí no me queda otro remedio que reír ante esas reacciones, qué pena que esas mismas personas que me señalan son las mismas que viven infelices, disimulando infidelidades, aguantando malos tratos, estando al lado de personas que no las quieren.
Algunos comprenderán la decisión que he tomado de estar sola, otros sentirán ganas de dar su opinión al respecto, pero como “no soy monedita de oro” para hacerlos felices a todos, he decidido hacerme feliz a mí misma y siento que estoy en el camino correcto, porque después de haber estado enamorada y vivir algunos desengaños, me encuentro completamente feliz en esta etapa de mi vida.
Aclaro, no estoy soltera y sin compromiso, como luego suelen pensar; el compromiso lo he hecho conmigo, con mi presente, con mis sueños y anhelos. Es momento de disfrutar este tiempo, de mirar hacia adelante, de descubrir cosas nuevas, de hacer nuevas amistades, de encontrar el placer de las pequeñas cosas, sin distracciones…
Lo más probable es que en este tiempo no tenga el calor que proporciona un beso o un abrazo del ser amado, pero hay muchas cosas que sí tendré y eso es en lo que quiero concentrarme.
Lo mejor de estar soltera es descubrir que nunca hubo tal media naranja, siempre fui la naranja entera; así que no estaré sentada, esperando a que llegue, porque es probable que nunca llegue tal media naranja, pero puede que en su lugar llegue una mandarina.
Yo sólo tengo una consejo para aquellas que se encuentran en esta etapa de soltería: comiencen por conocerse a sí mismas, por hacer las cosas que les gustan, salir, disfrutar de la compañía de esas personas que siempre han estado ahí; hagan lo impredecible, enfréntense a sus temores, díganle adiós al pasado, corran bajo la lluvia, vayan por un helado, rían hasta que duela, sueñen. Pero lo más importante: valoren esta oportunidad de estar “solas”.
Descubrirán que no hay mejor compañía que la de uno mismo, no esperen que a ese alguien para realizar el viaje de tu vida, toma el toro por los cuernos y hazlo tú misma. Conoce, explora, aventúrate, crece, mira al frente, cura tus heridas; y cuando esto haya sucedido, quizá estés lista para encontrar a alguien más, sin prisas. ¡Vive como mejor te plazca, sin pensar en el que dirán! y ¡sé feliz!