Mucha gente me ha llamado loca porque he decidido, en contra de las expectativas, ser yo. Seguir mis sueños, cumplir mis metas, escuchar a mi yo interior, desear romper con los estereotipos y convertirme en la mejor versión de mí misma. He escuchado a muchas personas llamarme a mis espaldas loca, como si eso fuera un motivo para avergonzarme o como si fuera a derrumbarme.
La verdad es que no, para mí estar loca es un orgullo, reír como desquiciada por cualquier motivo en cualquier parte; comer lo que se me antoja cuando puedo hacerlo; viajar a lugares exóticos y probar todo lo que encuentro diferente; saltar desde lo más alto para entrar en aguas profundas. La vida es demasiado corta, quiero bailar y gritar cuando se me pegue la gana; no puedo pasar el tiempo tratando de encajar en una sociedad que realmente no sabe lo que quiere, cuando yo lo sé de sobra.
No quiero ser como las demás mujeres, pensando en matrimonio y cómo conseguirlo, renunciado a mis objetivos con tal de hacer que un hombre me ame y cambiando mi forma de pensar y sentir para que él me acepte, cuando yo me amo tal cual soy.
Por supuesto que deseo encontrar el amor, pero no es algo que me quite el sueño, estaré mejor preparada para cuando ese momento llegue, porque sé que el hombre que esté a mi lado será extraordinario y me amará por mi forma de ser. No debo seguir los papeles establecidos por mi familia o por la sociedad. Esta es mi vida y solo yo sé cómo quiero vivirla.
No debo renunciar a mi esencia para encajar en algún grupo, no soy un borrego blanco que desea seguir las masas… soy una mujer libre y puedo hacer lo que me place: trabajar para mantener mi hogar, comprar un libro en lugar de una falda o salir a divertirme con mis amigas sin que nadie me diga a qué hora volver, que yo sabré cuidarme. Aunque sea motivo para que la gente me rechace, mientras yo sepa quién soy, no importa lo que los demás opinen.
No puedo dejarme caer por comentarios negativos, cuando nadie se ha puesto en mis zapatos; esto es lo que soy, no niego mis defectos, pero acaricio mis virtudes. Sé que no soy la mujer perfecta, pero soy maravillosa. Puedo valerme por mí misma, pero me gusta sentir la compañía de la gente que me ama como soy.
Así que si me llaman loca no me voy a sentar a llorar, al contrario, voy a sonreír porque, como dijo Salvador Dalí:
“La única diferencia entre un loco y yo es que el loco cree que no lo está, mientras yo sé que lo estoy”.