Cuando las personas desconocidas saben acerca de mi novio, por lo general su primer respuesta es quedar en shock, se confunden y después empiezan a preguntar una lista de cosas tontas. No, no estoy saliendo con un ex convicto y no, tampoco es parte de mi familia. Simplemente estoy en una relación a distancia. Y por larga distancia, me refiero a una muy, muy larga distancia –como atravesar todo un océano, en un vuelo sin escalas.
Aunque está claro que no es una situación normal ni es la ideal, todavía quedo impresionada por la total incredulidad que me encuentro cuando comparto los detalles de mi vida amorosa. Muchas personas no pueden entender por qué estoy perdiendo mis mejores años –los 20– en una relación con un chico que apenas veo.
Al parecer aún no pueden entender cómo una relación puede estar basada en la comunicación verbal en lugar de la estimulación física. Dudan del futuro de nuestra relación y de la capacidad que ambos tenemos para permanecer fieles el uno al otro.
Sí, tengo que admitir que es muy difícil salir con alguien casi exclusivamente a través de Skype.
Con frecuencia experimento una profunda tristeza cuando caigo en la cuenta de que estoy lejos de él y deseo que nuestra relación sea normal. Incluso, cuando estamos juntos físicamente, siempre hay una pequeña pizca de tristeza presente, pues los dos sabemos que sólo es un momento fugaz.
La mayor parte del tiempo me siento atrapada en una rutina; mi vida es como el clásico cliché de “no se puede vivir con él, pero no se puede vivir sin él”. Pero, realmente, por más difícil que pueda llegar a ser, no me arrepiento de nada. De hecho, cada día que pasa, aún los más complicados, me doy cuenta de que no podría haber tomado una mejor decisión que intentarlo. He aprendido a apreciar mi relación a larga distancia y las oportunidades que ésta me brinda.
Me he dado cuenta de que si vas a estar en una relación a distancia, no existe mejor momento para hacerlo que cuando estás en los veinte. Tal vez sigas sin entender, te lo voy a explicar: como una persona de veintitantos, soy bastante nueva en el mundo real. Hasta este momento de mi vida he tenido padres, profesores y diversos asesores que me han ayudado a guiarme en las decisiones difíciles.
De hecho, toda mi vida ha sido como un complicado juego de “Simón dice”: se la han pasado diciéndome qué hacer, yo escucho, y luego lo hago. Hasta cierto punto, es algo cómodo, pero llegó el momento de seguir adelante.
Estoy lista para empezar a tomar las riendas de mi futuro, pero, primero, tengo que enfocarme. Saber quién soy, qué quiero y cómo voy a logar mis metas. Los próximos años, serán un momento crucial para mí, para poder ser quien verdaderamente soy. No sólo en el ámbito profesional, sino también emocional y socialmente.
Me encanta mi relación a distancia porque me permite tener el espacio para trabajar en mí misma.
Claro que hay un momento de relaciones “cercanas” que funcionan y se convierten en matrimonios felices. Pero, en otros casos, terminan sufriendo. Si nunca aprendes a valerte por tu propia cuenta, entonces seguirás dependiendo de los demás.
No tengo a alguien que me abrece y me consuele cuando estoy teniendo un mal día. Mi novio no puede acompañarme a la hora del almuerzo cuando no quiero comer sola. Sin embargo, a pesar de que sólo estoy conmigo misma, realmente nunca estoy tan sola.
Estoy afrontando todas las dificultades que los adultos-jóvenes viven. Aprendo a sobrevivir, a cuidarme y a ser independiente, lo cual creo que es algo esencial.
Por supuesto que mi novio no me consuela físicamente ni podemos salir a una cita, pero él está conmigo más que nunca con un simple y rápido mensaje de texto.
Mientras valoro mi tiempo a solas, nunca he estado más agradecida por la presencia virtual de mi novio; él es mi red de seguridad y mi escape después de un día complicado.
Los 20 son una etapa de autodescubrimiento, y de buscar la independencia. Sin embargo, tener alguien a tu lado, aunque sólo sea de vez en cuando, hace que todo sea más fácil. Una relación a distancia te ofrece precisamente eso: la oportunidad de estar por tu propia cuenta sin tener que sentirte sola.
Una de las preguntas más frecuentes que las personas me hace acerca de mi relación es sobre lo que espero en un futuro. Preguntan en dónde vamos a terminar; quieren saber cuál es nuestro plan.
Mi respuesta simplemente es un “aún no lo sé”. Sin embargo, hay algo que sí sé: yo no podría haber encontrado a una mejor persona para que estuviera a mi lado apoyándome en mi época de adulta-joven, incluso si él se encuentra a cientos de kilómetros de distancia.