Como su nombre lo dice, una relación de pareja es una relación de dos. Pero ¿qué pasa cuando se involucra a otros miembros de la familia, tanto que se les da poder sobre el vínculo amoroso? La respuesta es simple: el noviazgo o el matrimonio se destruyen.
Los términos coloquiales “mamitis”, “papitis” y “hermanitis” se emplean cuando una persona no tiene capacidad de decisión sobre su vida y necesita la aprobación de su madre, padre o hermanos para cualquier tema -incluida la pareja-, algo que llega a destruir la relación con el ser especial. Quien padece de un apego excesivo a los integrantes de la familia:
- No puede tomar decisiones, por mínimas que sean.
- Necesita la aprobación de la otra persona, aunque sepa que el consejo puede afectarle.
- Vive en una posición de víctima.
- No toma responsabilidad de sus actos.
- Compara a la madre, padre, hermano o hermana con la pareja.
- Refleja sus inseguridades en la relación.
- Deja que la familia critique a su pareja y se meta en cosas que deberían ser de dos (educación de los hijos, situación económica, por mencionar algunos).
Quien padece mamitis, papitis y/o hermanitis está al pendiente, en primer lugar, de las necesidades de los integrantes de su familia; en segundo, de las de sí mismo y, en tercero, deja a su novia o esposa. Esto provoca que las parejas lleguen a tal punto que no pueden soportar la situación y se alejan, pues no hay protección por parte del otro y llega el pensamiento constante de que su vida estará rodeada de personas que se meterán todo el tiempo en las decisiones que debieran ser de la pareja.
Un estudio reveló que tres de cada cuatro parejas experimentan problemas significativos con sus suegros, destacando que el 60 por ciento de las mujeres suelen presentar diferencias con las madres de sus parejas:
La queja más típica que se tiene de los suegros es que son dominantes, agresivos e irrespetuosos con los límites. Algunos de los aspectos en los que hay mayor conflicto son la presión para tener hijos, cuando los parientes mayores intentan mantener su papel de autoridad en un hogar, la creencia de la madre de que nadie es suficientemente bueno para su hijo, choques de personalidad, entre otros.
Psicólogos recomiendan que para que una relación de pareja pueda mantenerse estable, es necesario tener madurez mental y emocional para entender que los padres siempre serán la familia, pero juegan un papel distinto al de la infancia. Padre, madre y hermanos tienen cabida, pero sin rebasar la línea de la intimidad y quehacer personal.