Todos te dicen “cuando amas algo, déjalo ir” y te meten la cabeza de que si vuelve es porque es tuyo y si no, porque nunca lo fue. Pero de verdad, quien inventó esta frase ¿estaba consiente de lo que realmente implica dejar a quién amas o sólo juntó algunas palabras que se escuchaban lindas?
Cuando más amas a alguien es imposible verte a ti misma aceptando decir adiós como si nada. Esta carta va dedicada a las chicas que han tenido que renunciar a un amor por el bien de ambos, y dejarlo ver partir para que sea feliz. Aquellas que despedimos un amor con el fin de que los vivir la siguiente etapa de nuestra vida y crecer aunque sea cada quién por su lado. Esta carta es para ti, el hombre de mi vida al que decidí dejar ir.
Te amo pero necesito dejarte ir
Y es que después de tanto tiempo con una persona a la que conoces completamente y sin quien jamás imaginarías la vida después de esa relación, es casi imposible que un día te veas diciéndole “gracias por todo pero adiós”. Sin embargo esto pasa más de lo que quisiéramos imaginar. Un día estás acostada viendo series con tu chico y te llega de golpe la realidad que tal vez tenías tiempo evitando: ya no lo amas como solías hacerlo.
Y es que en las relaciones no hay reglas, no existe una fórmula ni sabemos qué variables son las que deberíamos considerar para evitar que la relación se derrumbe. Simplemente el amor es volátil y lamentablemente nada es para siempre. Incluso a pesar de que una lealtad logre ser eterna, si el amor desaparece, no hay necesidad de ser leales. Lo único importante es ser honestos y afrontar la verdad: nos hemos dejado de amar y no es culpa de nadie.
Después de tanto tiempo juntos, de ser los mejores amigos, después de las mil formas de dar besos, las peleas y reconciliaciones, después de todo lo que se puede vivir con la persona que más amas; darte cuenta de que el amor se ha ido al mismo tiempo para ambas partes, puede ser una verdad dolorosa de afrontar. Incluso más difícil que una traición, pues llega un momento en el que ninguno de los dos quiere aceptar esa realidad y ambos luchan por no aceptar que no queda mucho qué hacer.
Las personas que hemos pasado por esta situación, volvemos la mirada hacia aquella época y recordamos todas las señales. Fue cuando ambos comenzamos a querer otras cosas, cuando poco a poco nuestros caminos se fueron separando; sin embargo, el cariño seguía fuerte y no pensábamos dejarnos jamás. Tal vez el cariño que nos teníamos ya sólo era a la relación y a lo que juntos construimos.
Después de un tanto tiempo de estar juntos y escucharnos el uno al otro sin problemas ni peleas, las cosas parecieran estar en calma como en un mar sin olas, sin vida dentro que le mueva. Tal vez justo como en la famosa cita del director Woody Allen: “Una relación, creo que es como un tiburón, ¿sabes cómo? Necesita constantemente estar en movimiento adelante o hacía atrás, si no muere. Y creo que lo que tú tenemos en nuestras manos es un tiburón muerto”.
Ese momento en el que te das cuenta de que no queda mucho que salvar, pues ves a tu pareja tan entusiasmada por los pasos importantes que ha dado en su camino. Su trabajo, familia, amistades, la salud física y espiritual se encuentran en su mejor momento, y ves como todo en su vida y la tuya fluye de manera perfecta, excepto un sólo detalle: su relación. Entonces te duele en el alma ver cómo su mirada de felicidad te dice que están a punto de entrar a caminos muy diferentes.
Te das cuenta de que sientes lo mismo, de que ya no te identificas con él y que lo que más te hace feliz es saber que se encuentra tan bien como tú, por lo que tomas la decisión más humilde y amorosa de tu vida: dejarlo ir. Después de tanto amor, tiempo y apoyo, ambos se dan cuenta de que es el momento que más necesitaban regalarse el uno al otro.
Y seguiste el llamado de tu instinto. Decidiste ya no estar en medio de su camino y dejarle que lo siguiera a solas, pues tal vez en el fondo sabías que también era lo que buscabas: encontrar algo nuevo que te inspirara. El día llegó y después de las lágrimas y las risas recordando anécdotas que les hicieron convertirse en la pareja que justo estaban a punto de separar, no quedó mas que mirarse a los ojos y decir: “de corazón te dejo ir, me voy pero por favor dedícate a ser muy feliz”.
Sí después de esto ninguno de los dos aprendió algo, toda la relación habrá sido sólo tiempo compartido, pues dejar ir lo que más amas debe ser una decisión de amor puro y verdadero. Al final todo valdrá la pena, conservarán el cariño mutuo y pueden ser infinitamente felices pero cada quién por su cuenta.