La ansiedad es dura no sólo para quienes la padecen, sino para las personas que están alrededor mientras eso sucede. Es grave a nivel emocional, y mental y físicamente demandante la mayor parte del tiempo.
Cuando la ansiedad se hace presente, muchos planes deben cambiar; algunas situaciones evadirse y estar atentos a necesidades emocionales que pueden cambiar todos los días. Esto implica mucho trabajo que sólo a través de la comprensión nos permite ser fuertes, para nosotros mismos y para aquellos que amamos y la padecen. Porque ellos y ellas:
1. Son más que su ansiedad
A nadie le gusta ser definido por un solo rasgo de su personalidad. Si realmente deseas apoyar a alguien con ansiedad, recuérdale que aprecias su ser individual más allá de la ansiedad. Reconoce que ellos son más que su padecimiento.
Suena a algo que harías por sentido común, pero la gente tiende a cegarse de forma consciente en temas de salud mental. Quienes la padecen son seres humanos con todas las complejidades que tenemos los demás. Por favor, recuérdalo.
2. Se pueden cansar fácilmente
La ansiedad deja exhausto a quien la padece. Parece que las únicas personas que entienden cuán cansado puede ser en realidad son los mismos que la experimentan. Este padecimiento provoca que la gente viva en un estado hiper-tenso, siempre en alerta; su mente rara vez está en paz y su cuerpo siempre está dispuesto a pelear o volar. Con la hiper-tensión llega la fatiga.
¿Alguna vez has tenido una semana estresante en el trabajo, cuando todos los días despertaste pensando: “realmente espero tener un descanso pronto”? Ese es el día a día de una persona ansiosa, y es cansado. Recuerda esto la próxima vez que presiones a alguien con ansiedad a ser más ‘productivo’.
3. Se abruman con facilidad
Atados a un estado hiper-tenso, se abruman fácilmente. Están al tanto de todo lo que sucede alrededor, cada ruido, cada acción, olor, objeto. Para alguien que vive en ese estado de hiper-alerta, una situación que no parece abrumadora (por ejemplo, el ruido de muchas personas hablando en la habitación) puede causar que su cabeza comience a girar.
Cuando trates de alentar a alguien con ansiedad para que vaya a algún lugar, ten en mente que el estímulo que disfrutas puede ser muy abrumador para ellos. Trata de no encerrarles en esta situación, asegúrate de que saben que pueden alejarse cuando quieran y que son capaces de hacerlo en algún punto.
4. Son conscientes de que la ansiedad es irracional
Estar consciente de la irracionalidad no hace que los pensamientos dejen de presentarse. No se detiene el pensamiento sobre cientos de peores escenarios. Si fuera tan fácil como decir: “está bien, eso es irracional, no tiene sentido preocuparse por ello” la mayoría de quienes viven con ansiedad no tendrían más problemas.
Una de las peores cosas sobre la ansiedad es lo conscientes que quienes la padecen pueden ser de la irracionalidad de su condición. Pero señalarlo no ayuda. Lo que necesitan es compasión, entendimiento y apoyo; raramente necesitan advertencia de lo irracional y sin sentido que es.
5. Pueden comunicarte cómo se sienten
Tener ansiedad no significa que sean incapaces de expresarse o comunicarse (a menos que entren en pánico, en cuyo caso dificilmente lo harán). Les gusta hablar por ellos mismos. Te dirán cómo se sienten.
Es frecuente que las personas piensen que alguien con ansiedad, ante cualquier problema, no se puede comunicar: eligen no hacerlo y usualmente es debido a que la otra parte ha sido totalmente indiferente la última vez que se abrieron. Así que la próxima vez que creas que son incapaces de expresarse, muerde tu lengua y dales la oportunidad de hablar realmente. Toma el tiempo necesario para escuchar.
6. No necesitan a alguien que constantemente pregunte: “¿Te encuentras bien?” mientras están en pánico
Cuando ves a alguien en pánico y sabes que tiene ansiedad, ¿realmente necesitas hacer esa pregunta? Ya sabes la respuesta. Su corazón late a un millón por hora, su pecho se aprieta, su cuerpo entero vibra por toda la adrenalina que generan y su mente lucha contra la confusión. Honestamente, una parte de ellos cree que está muriendo, así que en lugar de preguntar si se encuentran bien, trata algo que sea de más ayuda como:
- “Recuerda tu respiración”
- “Recuerda (cualquier técnica que le haya ayudado antes)”
- “¿Te gustaría que te llevara a algún lugar más tranquilo o seguro?”
- “Aquí estoy si me necesitas” (En este punto, debes dejarle a solas a menos que pida lo contrario)
- “Te encuentras en pánico, no durará. Ya has pasado por esto antes, lo superarás otra vez”
Es importante que si te piden que los dejes a solas, lo hagas. Ya han pasado por esa experiencia y la han superado, déjalos que la vivan de la manera que mejor les funciona. (En realidad, irte no significa dejarlos solos, a su suerte. Un gesto amoroso es permanecer cerca, aún en el cuarto de al lado.)
7. Aprecian que te quedes con ellos
La ansiedad es dura para todos los implicados. Ellos lo entienden, entienden lo irracional que puede ser, y que no hayas hecho algunas cosas que te hubiera gustado hacer porque ellos no podían. No son ajenos a todo el esfuerzo que implica apoyarlos. Si hay algo en común que encontrarás en quienes tienen ansiedad, es que piensan demasiado. Tu apoyo no pasará desapercibido, no importa lo sutil que haya sido.
8. ‘Sueltan’ con dificultad
Parte de la ansiedad es el constante pensar demasiado, pero para entenderlo realmente, es necesario entender de dónde deriva.
Cuando alguien se ha enfrentado a un incidente traumático en la vida, que es algo que la mayoría de las personas con ansiedad tienen en común, ese recuerdo (si no es tratado de manera adecuada) puede acabar almacenado en una parte del sistema límbico del cerebro que la mente utiliza para determinar si estamos en ‘riesgo’. Esto causa que el cerebro reaccione diferente: busca activamente establecer vínculos entre la memoria traumática y la situación actual en la que se encuentra.
Cuando el cerebro queda atrapado en este ciclo, soltar o dejar ir eso que les afecta puede ser muy difícil. Cuando se entrena al cerebro para permanecer en este ciclo a través de la ansiedad prolongada, soltar cualquier cosa puede ser una tarea muy complicada. Las personas con ansiedad no siempre pueden simplemente ‘dejarlo ir’. Su cerebro no se los permite.
9. Pueden sentir que el cambio es difícil (incluso si es esperado)
Ansiosos o no, todos tenemos una zona de confort. Salir de ella puede ser difícil incluso para la persona más adaptable, así que para quienes tienen ansiedad puede ser desafiante. No se debe confundir con la percepción de que tienen aversión al cambio o a salir de su zona de confort, porque es probable que prosperen una vez que se encuentren en el proceso.
Es sólo que será más difícil que se decidan a hacerlo porque, precisamente, resulta que el único alivio que las personas ansiosas tienden a obtener de su ansiedad es cuando se les permite estar en su zona de confort sin mayores cambios a su alrededor. Cuando se enfrentan a un gran cambio y al desarraigo, puede tomar más de lo planeado establecer esa zona otra vez.
10. No te ignoran intencionalmente
Parte del manejo de la ansiedad es controlar el monólogo interior que viene con ello. Algunas veces puede ser un acto que demanda mucha atención. Si de pronto se salen de la conversación, hay una buena probabilidad de que estén pensando demasiado algo que justo acaban de decir o traten de calmar un poco sus pensamientos. Ambos requieren una concentración inmensa.
No te ignoran, por lo menos no intencionalmente. Sólo tratan de no tener un colapso mental justo frente a ti. No necesitas preguntar si se encuentran bien, y especialmente, no necesitas interrogarles sobre lo que acabas de decir. Si es importante, trata de una forma gentil de traer de vuelta la conversación cuando parezcan estar más atentos.
11. No siempre están presentes
Como mencionamos en el punto anterior, no siempre están presentes en la conversación, pero no es sólo la conversación lo que pueda desatar dicha reacción. Los eventos cotidianos pueden causar que cualquiera se pierda en la contemplación en algún punto, pero para quienes tienen ansiedad, casi todo puede servir como un disparador. Irán a las profundidades de la mente de forma regular y seguramente notarás la ausencia en su rostro.
Contrario a lo que sugieren las novelas románticas, no es lindo asustarlos mientras están perdidos en sus pensamientos. Empújalos suavemente de vuelta a la realidad. Recuérdales en dónde están, qué están haciendo (no literalmente: son ansiosos, no tienen problemas con la memoria a corto plazo). Te agradecerán que lo hagas.
12. No siempre lo ven como una limitación (ni tú deberías)
Ser una persona ansiosa es una lucha, pero no siempre es una limitación. La ansiedad ha moldeado parte de lo que es esa persona y en última instancia tiene el potencial de hacer de ella alguien más fuerte, asertivo y solidario. Parte de su personalidad es la ansiedad, y la compilación de las experiencias de que están hechos es la ansiedad. Síntomas como pensar demasiado o perderse ciertos eventos tiene potencial para ser algo terrible, pero no significa que lo serán. En todo ello puede haber ventajas y muchas personas que padecen esta condición eligen verlas. Tú también deberías.
13. Son increíbles
Justo como todo mundo en el planeta. Son increíbles y por algo los amas.
Es bastante fácil centrarse en el pesimismo. Sobre cualquier asunto, pero especialmente aquellos que tienen que ver con la salud mental. Superarlos es recordar lo impresionante que era todo antes de convertirse en un ‘tema’. Elige ver las ventajas de la situación. Elige ver lo maravilloso.
Si ellos pueden, tu también. Mantén esto en mente y tu experiencia puede ser más fácil. Somos humanos y somos únicos. Lo que funciona para uno puede ser que no funcione para otros, pero hay algo que siempre lo hace: la compasión amorosa.