Tomar tus cosas, guardarlas en una maleta y marcharte lejos, es una decisión que muy pocas personas se arriesgan a tomar. El mantenerte lejos de tus seres queridos, enfrentarte a lo desconocido, y soportar la distancia que se interpondrá entre tú y todo lo que dejas atrás, no es fácil. Pero una vez que decides hacerlo entiendes que tus seres queridos siempre estarán contigo, que descubrir lo desconocido es emocionante y que la distancia toma un sentido diferente.
Así, la distancia es levantarte un día decidida a enfrentar al mundo, a vencer tus miedos. Tomar tus maletas y marcharte. Es no saber la importancia de tu decisión, hasta que pasan unos meses y poco a poco comienzas a darte cuenta de tu nueva realidad. Es seguir adelante, a pesar de lo mucho que duele estar lejos. Sólo porque sí. Con mucho coraje. Porque eso es la distancia, atreverse. Tener el valor suficiente. Lanzarse a la aventura sin estar segura. Es tener un pie en un sitio y el otro en otro. Es una lucha interna entre tus sueños y tus sentimientos. Es la duda de no saber si estás haciendo lo correcto. Es la incertidumbre de lo que vendrá. Es el miedo al fracaso, a no poder. Pero también son las ganas de hacerlo.
Es saber que una despedida te dejará un sabor amargo. Un sabor que nunca imaginaste probar. La distancia es aprender a valorar los buenos momentos con la gente que quieres, con las personas que siempre estuvieron ahí. Es compartir un café acompañado de una buena platica. O una cerveza al sol en esos días de verano.
La distancia es aprender a vivir por ti misma. Aprender a no depender de nadie más. Es pasar días muy malos y días muy buenos. Días en los que la tormenta parece nunca acabar, y días en los que poco a poco va saliendo el sol. Días en los que vas a querer tirar la toalla y regresar a casa, y días en los que vas a querer quedarte ahí para siempre.
La distancia es tener el deseo de que un día exista una máquina que pueda teletransportarte –incluso más que cuando eras niña y soñabas con que en un futuro eso sería posible–. La distancia es el olor o el sonido que traen a tu mente a una persona o algún momento. Es ver cualquier cosa y recordar a quien está lejos.
Son los paquetes sorpresa que llegan de tu casa. Los detalles inesperados. Las notas de audio que escuchas una y otra vez para no olvidar el sonido de la voz de quien está lejos. La distancia es la diferencia horaria, los cumpleaños festejados por Skype, las llamadas telefónicas en Navidad y fechas importantes, los mil “te echo de menos” por WhatsApp.
La distancia es aceptar que eres la amiga que nunca está en los momentos importantes. Eres la hija ‘invisible’ que no está en casa para las reuniones familiares. Es saber que a tu mamá le cuesta un poquito acostumbrarse a eso.
Es echar de menos los pequeños detalles y las anécdotas que jamás pensaste extrañar cuando estabas cerca de tu gente. Es saber cómo se siente un abrazo de bienvenida, aunque sólo sea por unos días; y que ese sentimiento se convierta en uno de tus favoritos. Es sentir el calor de los brazos de mamá o de papá, ese calor que te mantendrá cálida en los días fríos.
Es sentirse completamente sola. Pero también, es entender que aunque haya 3 mil 854 kilómetros de por medio, tus seres queridos siempre estarán contigo. Es aprender que nunca estarás sola en realidad, porque aunque a tu lado no haya nadie, en casa hay alguien que no te olvida y que cuenta los días para volverte a ver. Es recordar que el corazón va a donde la voz no llega.
Es saber que la distancia separa cuerpos, mas no corazones. Es saber que a tu familia y amigos se les parte el alma cada vez que tú no estás en un momento importante, pero que a pesar de eso apoyan tu decisión y tratan de sobrellevar la distancia de la mejor manera. Es saber que al volver a casa tienes alguien que te espera con los brazos abiertos.
La distancia es saber que por más que te pierdas de buenos momentos con los tuyos, por más que extrañes, por más difícil que se vuelva el camino, siempre valdrá la pena porque –también– la distancia es ser valiente y perseguir tus sueños.