Entre las dificultades y las dolorosas emociones que acompañan el final de una relación amorosa, lo común es que surja una especie de obsesión por la pareja anterior, y suele manifestarse de formas diferentes.
Primero lo desprecias y no quieres volver a saber nada que tenga que ver con él; cada día repasas mentalmente todas las cosas malas que te hizo, sus defectos y haces distintas interpretaciones de los motivos que tuvo para dejarte. Incluso llegas al punto de asumir que tenía un problema psicológico. Esta actitud proporciona alivio momentáneo después de una pérdida.
Sin embargo, el segundo camino, que suele ser el más recurrente, es idealizar a tu ex. En este caso, no puedes imaginar tu vida sin esa persona, o llegas a creer que no tiene sentido. Aunque es un proceso más doloroso, tanto despreciarlo como idealizado son mecanismos de defensa, hasta que aceptes que la pérdida es real.
Idealizar a tu ex ofrece un enfoque más suave de un mundo que de otro modo, parece no prometer otra cosa más que dolor y la incertidumbre del futuro.
Si te has encontrado en alguna de estas situaciones cuando estás tratando de lidiar con una ruptura, debes saber que tanto el desprecio como la idealización lo único que provocan es prolongar la agonía.
Cuando atraviesas por una situación de este tipo y optas por alguno de estos dos extremos, gastas toda tu energía en esos sentimientos de pérdida. Son técnicas inconscientes de distracción que provocan que tu mente viva en el pasado y se arrepienta por las cosas que pudieron ser diferentes.
Lo ideal sería practicar una autopsia a la relación, o al menos eso es lo que propone el doctor en psicología Jill Weber en su libro Rompimiento y divorcio. De acuerdo con él, lo importante es hacer el recuento racional de los factores que provocaron la ruptura, en el que calcules no sólo su papel, sino también el tuyo.
El objetivo es pensar en la relación pero de una manera constructiva y realista. Es natural sentir esa obsesión, porque es una reacción natural del cerebro ante una nueva realidad, antes de aceptar que la pérdida es real.
Sin embargo, cuando te obsesionas repasando únicamente los aspectos positivos o negativos, se pierde el equilibrio. Lo ideal es tratar de visualizar ambos aspectos, para que sea más fácil salir de este callejón que parece no tener salida.
Sin necesidad de tomar una postura demasiado victimaria o demasiado fría de la relación, es posible liberarse de esos pensamientos obsesivos, y entender que siempre hay una historia de fondo detrás de un rompimiento, y por lo general ambas partes son responsables.