Cuando Benjamín, el protagonista de El curioso caso de Benjamin Button, intenta explicarse el por qué del accidente de Daisy y se pregunta: “¿Y si tan solo una cosa hubiera ocurrido de otra forma? Si ese cordón no se hubiera roto, o ese camión se hubiera apartado segundos antes, o ese paquete hubiera estado envuelto porque la dependienta no hubiera roto con su novio, o ese hombre hubiera puesto la alarma y se hubiera levantado cinco minutos antes, o ese taxista no se hubiera parado a tomar un café, o esa chica no se hubiera dejado el abrigo y hubiera tomado el taxi anterior… Daisy y su amiga hubieran cruzado la calle y el taxi habría pasado de largo”.
Pero la vida es una serie de existencias cruzadas e incidentes que escapan a nuestro control, y ese taxi no pasó de largo. Y ese taxista se distrajo un segundo. Y atropelló a Daisy y le destrozó la pierna… Este extraño ensayo sobre la existencia aplica a la vida misma y al amor. Sigo pensando que para el amor no hay tiempo perfecto, las cosas se dan o no se dan y podría pasarme la vida diciendo e imaginando cómo hubiera sido si nos hubiéramos conocido en otro tiempo o en otras circunstancias; qué habría sucedido si esto o aquello hubiese ocurrido de manera diferente, pero el problema es que tú no deseabas amar. Fui la mujer correcta, pero tú fuiste el hombre equivocado y por eso se acabó.
Ojalá hubieras aprendido a amar a las personas tanto como amas tu libertad, pero el hubiera no existe. Hoy me encuentro tranquila, feliz de haber entregado lo mejor de mí. Al fin entiendo que cuando una persona no es para ti no importa cuanto empeño pongas de tu parte porque eso nada cambiará, y al final el cosmos nos coloca a cada cual en su lugar.
Ya no hay pretextos, se acabaron las excusas y yo entendí que el hombre que me ame lo hará sin reservas, como lo hice yo. No puedo arrepentirme de nada porque ese tiempo a tu lado me enseñó importantes lecciones: aprendí a amar intensamente, maduré, pero también aprendí a soltar, a sonreír por mí y no por alguien más.
Finalmente, sé que no pasaré desapercibida en tu vida, no se necesita conocerte demasiado para darse cuenta que aún tienes mucho de niño y era demasiado grande tu miedo para amar; fuiste el hombre equivocado y ahora te tocará madurar, aunque lamento no ser parte del proceso.
Me voy tranquila de haber dado todo e incluso más, de haber hecho lo posible y lo imposible; me quedo con la aventura de lo vivido. Sé que te encantó ser amado aunque ni si quiera hiciste el intento de corresponder a ese amor. Solo puedo decir que fui la persona adecuada, pero tu fuiste el hombre equivocado. Yo continuaré siendo la mujer correcta… porque la última página de esta historia aún no está escrita.