Estar enamorada puede ser una experiencia hermosa. Algunos de los momentos inolvidables y mágicos de la vida están llenos de amor. Pero así como el amor puede traer felicidad y bienestar, también puede traer sufrimiento y dolor.
Aunque algunas relaciones funcionan, la mayoría de las veces no ocurre así. Es como un juego de prueba y error. De eso se trata la vida. De enamorarte, ilusionarte; desilusionarte y luego sufrir, hasta que encuentras a la persona correcta. Sin embargo, una vez que comienzas a desenamorarte de tu pareja, ya no hay vuelta atrás.
La forma en que amamos a alguien dependen totalmente de cómo percibimos a esa persona. Es esa percepción que tienes sobre él o ella la que desencadena las emociones que estás sintiendo. También se trata de lo que tú y tu pareja creen que es el amor: si cada uno tiene una idea diferente sobre lo que es el amor y cómo debe ser la relación, el amor que comparten siempre será diferente.
¿Tenemos que amar a la persona que está a nuestro lado de la misma manera en que él o ella nos ama? No. No es posible. Las experiencias y creencias de vida de una persona siempre serán diferentes a las de cualquier otro. Una persona que vivió en una familia nuclear con padre y madre tiene una perspectiva muy diferente del amor de quién sólo creció con mamá. Ante el hecho de que todos somos diferentes, no debe sorprendernos que el amor nunca sea igual para todos. Por ello, nunca podremos amar de la misma manera en que somos amados.
Pero esto no quiere decir que, por eso, la relación no vaya a funcionar. Las diferentes formas de amar pueden llegar a ser compatibles, siempre y cuando entendamos y valoremos las necesidades de la persona que está a nuestro lado. El amor y las relaciones son increíblemente complejas. Muchas veces parecen simples, pero eso sólo ocurre cuando las cosas funcionan de maravilla.
Cuando no hay problemas evidentes, pasamos por alto todas las variables que están en juego. Hasta que surgen los problemas. Es entonces cuando comenzamos a tratar de descubrir por qué las cosas van en decadencia.
Las relaciones requieren esfuerzo, dedicación y, lo más importante, confianza. No hay nada más importante y necesario en una relación que la confianza. Es es como el pegamento que mantiene unidas a las personas. Cuando ésta es deficiente, la relación –ya sea de pareja o no– no va a funcionar. Pero a veces las personas ignoran esto.
Una vez que una relación se rompe; que uno de los dos se ‘despega’ y se va, el otro, el que se queda, dependiendo de cuán larga y cuán honda fuera la relación que tenían, podrá quedar atrapado en sus sentimientos y aferrarse a alguien que está ya aparte y se movió en otra dirección.
Entonces comienza un proceso de querer lo que no podemos tener. Pareciera que cuanto mayor es el rechazo, mayor sigue siendo la atracción. Pero eso de ninguna manera es amor. Es simplemente querer lo que no se puede tener. Es un capricho que probablemente desaparecería en el momento que lo tuvieras o la tuvieras de vuelta.
Lo último que necesitas en tu vida es perder el tiempo persiguiendo a una persona que renunció a ti. Una cosa es que tu pareja necesite un poco de espacio para tener tiempo de volver a ser él o ella misma y así poner su vida en orden nuevamente. Pero otra cosa es que esa persona simplemente decida dejarte.
No siempre es fácil admitir que la persona que amamos ha decidido renunciar a nosotros y al futuro que podríamos haber tenido juntos. Pero este es sólo el primer paso –y el más necesario– para seguir adelante: admitir que tu pareja te abandonó para siempre. Tienes que lidiar con los sentimientos de rechazo.
Acepta tu realidad y sigue adelante. La verdad es que si la persona que amas ha decidido dejarte, él o ella no se merece tu amor. No merece el tiempo que dedicas a pensar en lo que tenían y lo que se perderán, especialmente si los pensamientos no son correspondidos y tú pasas los días recordando el tiempo que estuvo a tu lado y todos los momentos que pasaron juntos, mientras que tu ex sigue adelante con tu vida, tiene nuevas experiencias y está creando nuevos recuerdos.
Tal vez sientes que todavía lo amas –y en cierto modo lo haces–, pero es sólo porque aún no te has dado cuenta de las cosas. No te has dado cuenta de lo que ahora tu ex siente por ti.
Te olvidas de la forma en la que te ha tratado y cómo sucedieron las cosas. Únicamente te centras en tus emociones, ésas que te hacen ser tan ingenua como para llamar ‘amor’ a lo que estás viviendo. Pero no es amor. Es obsesión con un poco de negación.
No tienes ninguna buena razón para amar a tu ex. Claro, antes estabas enamorada, y esa era la mejor razón que tenías. Pero mírate ahora. Estas sola. Tu ex ya no está en tu vida. Él o ella decidió renunciar a ti. Decidió que lo mejor para los dos sería que cada quien siguiera su camino por rumbos separados.
Puedes seguir adelante y seguir llamando ‘amor’ a tus emociones confusas, pero ese es un error que tarde o temprano terminarás lamentando.
De hecho, en este momento no estás lista para amar. Incluso, puede que no seas digna de ser amada, que aún no lo merezcas. Pero ten por seguro que tu ex tampoco merece ni un poco de tu amor. Así que, ¡renuncia a él!
Ríndete. Ve a donde la vida te lleve. Y siempre recuerda que mientras exista un mañana, habrá una oportunidad de amar de nuevo.