Siempre habrá personas que entren y salgan de nuestra vida. Naturalmente, nos acostumbramos a ello, pero hay personas que cuando se marchan dejan un vacío tan grande, que a veces creemos que no se volverá a llenar con nada.
Echar de menos no es fácil. Emocionalmente duele. Es una sensación que te ahoga hasta el punto de no querer seguir con tu vida normal; una sensación de soledad, de abandono… que, por fortuna, el tiempo sana. Un día descubres que puedes recordar a esa persona más por las experiencias únicas pasadas juntos que por la falta que te hizo en momentos como estos.