No era el momento apropiado para nuestra historia, no eramos lo suficientemente maduros para entender lo que es realmente el amor; los dos tuvimos dudas y miedos. La realidad es que no quisimos ser. Nos dejamos derrotar por la incertidumbre, por la falta de compromiso de ambos, pero quiero decirte que, por mi parte, siempre fue real.
Desde el momento en que te conocí algo me dijo que no iba a funcionar, pero me enamoré y decidí arriesgarme de cualquier forma, porque no pude dejar pasar la oportunidad de estar al lado de un hombre tan encantador como tú. Pero sabía que eras demasiado inmaduro, que no pensabas poner los pies en la tierra y que aún te faltaban muchas cosas por vivir, igual que a mí; los dos éramos demasiado jóvenes.
Y, sin embargo, el tiempo nos arrastró a un tornado de emociones intermitentes. Comprobamos que realmente no era el momento ideal para nuestra relación y dejamos que se fracturara hasta que pronto dejó de doler. La verdad, ninguno quiso luchar por salvarnos, supimos que era el momento de decir adiós.
No era el momento para entregarnos nuestros cuerpos y almas, no estábamos preparados para tomarnos de la mano y caminar juntos hasta el final. Cada uno tenía planes distintos que tal vez hubiéramos podido realizar si de verdad existía tal amor, pero ninguno estuvo dispuesto a sacrificarse o entender que para crecer juntos debes de ceder un poco.
No lamento todo lo que hice por ti, porque me hizo sentir feliz en su momento y te agradezco lo que diste por mí, porque sé que lo hiciste de corazón. Ahora sé que no era el momento correcto para una relación perfecta, ambos teníamos aún cosas por resolver.
Quiero que sepas que lo intenté todo para demostrarte mi cariño y mi lealtad, que siempre quise ser el refugio en tus tormentas, que pelee con uñas y dientes para defenderte de la crítica de los demás. Ahora comprendo que esa clase de lucha se debe hacer entre dos, y tú no quisiste intentarlo, preferiste seguir tus sueños y me dejaste de lado. Acepté mi derrota y te dejé continuar sin mí a tu lado.
Deseo recordar nuestros mejores momentos y dejar el dolor de lado, aceptar que me equivoqué en muchas cosas y decirte que, de todo corazón, te deseo toda la felicidad que no te pude dar, que dondequiera que estés y con quien sea que estés, espero que tu fortaleza crezca y no interrumpas lo que iniciaste. Siempre persigue tus metas, hasta donde sea posible cumple con tus propias expectativas y vive que, por mi parte, yo haré lo mismo.
Tal vez algún día la vida nos dé otra oportunidad, pero si no ocurre puedes estar seguro de que siempre recordaré nuestras tardes juntos, mirándonos a los ojos y haciendo promesas etéreas. Sé que ninguno pudo renunciar a su libertad, que nuestras alas necesitaban continuar el viaje, pero estoy tranquila porque pudimos aprender el uno del otro.