El amor es algo tan simple y tan complejo. Nos puede hacer muy felices, pero también nos hace sufrir. Y es que hay relaciones tan poco saludables que nos causan más tristeza, decepciones y dolor que alegría y satisfacción. Sin embargo, por alguna razón que ni nosotros sabemos, nos aferramos en mantenerla, en permanecer ahí e intentarlo una y otra vez.
No, no está mal querer a alguien con todo tu corazón, ni luchar por ese amor y empeñarse en que las cosas funcionen. Lo que no está bien, es que no exista reciprocidad, sentirte mal al no ser correspondido, y sobre todo, quedarte ahí para ver si esa persona, en algún momento, cambia de opinión y de la nada, como por arte de magia, decide amarte tanto como tú la amas.
Es verdad que quién no arriesga, no gana, pero a veces apostar todo por una relación complicada, definitivamente no vale la pena. Amar de verdad nos llena de fuerza y ánimo para luchar, pero es decepcionante darnos cuenta que no hay reciprocidad, que esa esa persona no está dispuesta a intentarlo verdaderamente, que no cambiará sus actitudes y no cumplirá lo que promete.
Entonces, inevitablemente, surge esa pregunta a la que tanto tememos, pero es necesaria porque proviene desde el fondo de nuestra alma y exige respuesta: ¿merece la pena continuar? Es una respuesta en la que sin duda, tendrás que mirar dentro de ti, y aprender a respetarte, valorarte y sobre todo amarte, porque de no ser así, nadie más lo hará.
Si logras ver todo lo bueno que hay en ti y decides reconquistarte y luchar antes que nada por ti misma, indudablemente encontrarás una salida que te llevará a la respuesta correcta. Si esa persona merece el intento, estarás lista para exigir lo que quieres y si de verdad te ama, sin duda estará dispuesta a darte lo que mereces.
Si ese amor no merece el intento, estarás lista para abrir las manos y soltar esa relación que hasta el momento no te ha traído nada bueno; sólo angustia y desesperación por tanta indecisión, incertidumbre e incoherencia.
Nadie merece migajas amor, mucho menos sufrir por alguien que no le valora. Lamentablemente se tiene que pasar por esto para darte cuenta de ello, pero no es en vano; es una lección más de vida y una oportunidad para fortalecer el amor hacia ti misma. Nunca olvides que más que la pena, mereces la felicidad y que la única forma de amar sanamente, es desde la libertad.