Cada vez que alguien me pregunta qué es en lo primero que me fijo en un hombre, siempre contesto: su voz, sus ojos, sus manos. He dejado de responder con las típicas cualidades que uno desea a los 20. Por años culpé a las películas de Disney de mis decepciones y ahora me doy cuenta de que no es el príncipe azul que había imaginado cuando era niña.
Cuando estaba más joven pensaba en un hombre guapo, inteligente, trabajador, gracioso, por su puesto con una carrera en ascenso y que fuera el heredero de una gran fortuna, para poder darme algunos lujos y viajar a su lado. Con el tiempo descubrí que no existía el dichoso Mr. Darcy de los libros de Jane Austen.
Cuando me acercaba a los 30 comencé a darme cuenta que no importaba el dinero o su físico, sino la forma en que me mirara y me tratara. No es fácil encontrar a una persona que te llene de detalles y te haga sentir especial, alguien que esté presente en tu vida y te apoye en tus decisiones.
Luego de conocer a algunos que me trataron como una reina al principio, me di cuenta de que el tiempo corroe las relaciones y lo que iniciaba como un romance de película, terminaba siendo otra triste historia de amor, de esas que deseas olvidar.
Así que, pensando en qué es lo que necesito de un hombre, he llegado a la conclusión de que necesito a alguien que esté dispuesto a quedarse, alguien que pueda tomar decisiones y sea capaz de cumplirlas, alguien que no tenga dudas ni temores, que quiera compartir su tiempo y estar a mi lado.
Tal vez necesitamos tener algunas cosas en común, pero lo que más valoro en un hombre es que acepte mis defectos, que comprenda mis silencios y no haga un drama de cada situación. Me gusta creer en el destino y cada vez que no funciona una relación, pienso que es porque este pequeño fracaso me lleva a encontrar al hombre de mis sueños.
Pero mis sueños ya no son los mismos de cuando era una adolescente, ahora necesito a alguien con bases y principios que tenga en mente la misma meta que yo: luchar por mantener nuestra relación. No quiero promesas ni juramentos, simplemente acciones, sin esperar nada a cambio.
He dejado de idealizar al hombre perfecto, para poder concentrarme en conocer al hombre adecuado. Alguien que desee crecer a mi lado y que juntos podamos construir algo sólido. Necesito una persona que acepte que amo mi soledad y que si renuncio a ella es porque él lo vale; alguien que me haga sentir segura de mí misma y de su amor. Quizá lo que más necesito es que ese hombre me tome de la mano y no me suelte.