Hoy en día los amores “modernos” son aquellos en los que prácticamente todo se trata de tener el poder en la relación. Los tiempos han cambiado y ya no sólo se trata de conquistar y que te conquisten, últimamente los roles dentro de una pareja han cambiado bastante; y lo que anteriormente veíamos como “normal” cada día es más difícil de conseguir. Desde una comunicación natural entre una pareja, hasta decidir quién pone primero en sus cuentas de Facebook si está “en una relación”.
Simplemente las cosas son mucho más complicadas de lo que, para algunas, solía ser algo hermoso y romántico, por haber cambiado a una guerra de sexos en la que el que deja primero en “visto” al otro tiene el poder. Aquí una carta que describe la brutal realidad de los amores modernos y lo mucho que extrañamos un amor de verdad.
¿Los “y vivieron felices por siempre” de verdad ya no existen?
Esta soy yo, la chica enamorada que aún piensa en cartas de amor y serenatas en la ventana a la luz de la noche; esta soy yo a quien han tratado como una niña ingenua que no se ha enfrentado realmente con la realidad del mundo moderno. Pues sí, esa soy nuevamente yo la que imagina que tendrá un futuro prometedor con “el hombre correcto”. Sin embargo la gente que me rodea se ha encargado de envenenar esos sueños con algo a lo que le llaman “realidad”, es decir, me piden que deje de complicarme la vida y que entienda que las cosas en la vida real ya no suceden así.
Entonces es cuando pienso que cómo me hubiera gustado vivir en otra época, otra en donde los valores en una relación aún existían. Extraño a las parejas que se llamaban por teléfono y se quedaban de ver en un lugar a cierta hora, cuando ella se ponía su vestido más lindo y él la recibía con flores.
Aquellas épocas en los que todo hombre y mujer era un humano de palabra y donde no se desechaban tan fácil las cosas, se cuidaban y reparaban; pero jamás se abandonaban. Pero luego miro la era en la que vivo, y cómo estamos acostumbrados a no intentar, a no luchar. Tiempos en donde pareciera que el amor se vende como dulces de goma en máquinas de monedas, y que cuando pierde el sabor se tira a la basura para probar el siguiente dulce, y así hasta que finalmente te canses de intentar.
Cuando el amor se trata de ofrecer lo mejor de uno e intentar hacer crecer algo grande y valioso, hoy en día solo escucho cosas de gente que se enamora “para ver qué pasa” o mientras para “pasar el rato”. En fin, si no sucede con uno, sucederá con otro, y así igual que con los dulces de goma, nada nunca es suficiente, pues siempre se acaba el sabor de todo.
Veo como esta generación en la que me tocó vivir mis primeros romances ha sido castigada por el defecto de no tener paciencia para esperar lo que merecemos, siempre es mejor vivir conformándose con lo que hay. Lamentablemente “lo que hay” son personas presas de su teléfono celular, presos todos de conversaciones interminables por chat, esas pláticas que se borran fácilmente del historial como de tu memoria; ¿acaso ya no existen recuerdos verdaderos?
Sí, quizá yo suene cursi, pero es lo que más me gustaría tener si un día me llego a enamorar: un amor de verdad. Simplemente he decidido alejarme de lo vanal y efímero como las relaciones modernas que cada día parecen más de papel. Prefiero estar sola y vivir tranquila, esperar mejor por alguien que pueda mostrarme su mundo sin miedos a dejarse amar. Quisiera que compartiera todo lo que le inspira, que me invitara a hacia aventuras que sólo se guarden en nuestra memoria y no en fotos de celular.
Sé que será un gran desafío atreverse a amar de esta manera que yo busco, y todo eso lo entiendo, pero me parece más valioso ponerle un poco más de esfuerzo a un amor verdadero que vivir vagando por ahí encontrando uno y otro hombre sin verdaderas ganas de intentarlo. Yo por mi parte sería leal, formaría un equipo, estaría para esa persona en las buenas y en las malas. Por eso me declaro abierta mente una enamorada eterna de los romances del pasado, y si a alguien no le gusta prefiero que no lo intente conmigo, que se quede con lo común que se vende en las redes, donde los “me gusta” y mensajes privados son sinónimo de “cariño”. Simplemente me quedo donde estoy, en busca de algo original que no se compare con aquello que siempre esta de oferta, que por suerte a mi sobra bastante corazón para el que sepa valorarlo y darle mil sorpresas.