Quizá te sorprenda escuchar esto, pero el valor de una relación no está en el tiempo, está en los hechos. Cada una de las relaciones que tenemos a lo largo de la vida, nos deja una lección importante, y aún cuando a veces sólo tomamos lo superficial, el engaño, la inseguridad o el dolor que nos provocó, es una gran oportunidad de obtener un aprendizaje.
Con el paso de los años, a veces se pierde la magia y la emoción que había al inicio de la relación. El idilio puede durar cinco, siete o diez años, pero la pregunta es: ¿cómo ha sido todo ese tiempo juntos? Las relaciones no deben basarse en el tiempo que se han acompañado, sino en los hechos, en los momentos que se comparten, en las situaciones que viven juntos.
De nada sirve recibir y no dar o dar demasiado sin tener nada de vuelta. Tarde o temprano uno de los dos se cansa y la historia termina. El arte de las relaciones duraderas radica en la dedicación que se les da.
Como las plantas, necesita cuidados diarios, especialmente cuando el viento no sopla tanto a favor. Hay que cuidar lo que tienes a tu lado cada día, darle un poco de luz a la relación.
De nada sirve tener tantos años en pareja si casi no se ven, o sólo están juntos en los eventos formales, ocupando el lugar que alguien más podría llenar de una forma total. Algo similar sucede cuando las relaciones son demasiado cortas, llenas de alegrías y emociones intensas; cuando terminan, no sabes qué pasó y sientes una gran insatisfacción.
Lo mejor es encausar tus emociones: no apresures las cosas, ni esperes demasiado. Disfruta los buenos momentos que tu pareja te brinda, aprende de los errores y nunca des por sentado que esa persona estará a tu lado para siempre.
No confíes en las personas que quieren las cosas rápido, en las buenas relaciones no importa el tiempo que duren sino las experiencias que de ahí surjan y los buenos momentos que ofrecen. Aprende del pasado para disfrutar el presente y apreciar un buen futuro.