¿Que has decidido marcharte? No me dejas otro remedio que desearte lo mejor. No, no iré corriendo detrás de ti. No te pediré que te quedes a mi lado. He dado todo lo que tenía y a veces un poco más, pero si nada de lo que he hecho ha sido suficiente entonces te digo adiós. Has decidido soltar el remo y yo continuaré remando sola; al fin que estoy acostumbrada a hacerlo.
Ni siquiera te preocupes por mí, que no me quedaré llorando en un esquina; tampoco espero que te conmuevas con una tristeza que no siento. No te pediré que nos demos otra oportunidad o que rescatemos lo que queda de lo nuestro.
Llorar no es lo mío, rogar tampoco lo es. No soy esa clase de mujer que cree que la vida termina cuando un amor acaba. Así que si has decidido marcharte no te preocupes por mí, no es el fin del mundo; es el inicio de uno.
¿Mejor?, ¿peor? Yo diría que con muchas nuevas posibilidades, y si quieres hacer algo por mi te voy a pedir un favor: no vuelvas a buscarme.
¿Estar triste? No se puede estar triste cuando no hay motivos para estarlo, y definitivamente yo estaré más contenta sin ti, sin tu falta de compromiso, sin tus locos celos, sin ese orgullo que te aparta de la vida real; definitivamente estaré mejor sin tu indiferencia, sin tus altibajos, sin tus fríos besos y sin esa distancia que era lo único que crecía con los días.
“Adiós” y “gracias”, adiós para siempre y gracias por devolverme la libertad de correr, bailar, viajar y vestirme como mejor se me de la gana.
Ahora que lo pienso, gracias también por liberarme de tus reclamos y por devolverme la alegría de estar a solas, de disfrutar de mis amigos, de hacer mis proyectos. Ahora que no tendré que dedicar tiempo a esta relación, dedicaré mis horas para hacer realidad mis sueños.
Me duele, eso sí no lo puedo negar. Me duele tu cobardía y pensar que vas por la vida creyendo que las relaciones son productos desechables, pero aunque me has herido sé que no hay mal que dure cien años; me siento más fuerte y más dispuesta que nunca a ser feliz y a enfrentar esta nueva etapa de la vida con la madurez que tú nunca podrás tener.
Ahora no habrá nadie que corte mis alas, no habrá quien arrugue mi alma con su indiferencia y olvido. Si has decidido irte, entonces márchate ya, vete ahora mismo que yo tengo cosas que empacar; muero de ganas de respirar aire libre de ti. Yo seguiré siendo esa mujer de la que te enamoraste, sólo que nunca más seré para ti.